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Estocolmo, la dama de invierno

Más allá del verano, cuando Estocolmo ofrece su imagen más conocida, en invierno la capital sueca se convierte en una ciudad diferente. Y con todo preparado para soportar las bajas temperaturas.

ÁNGEL M. BERMEJO

En invierno, Estocolmo parece un barco amarrado a la orilla que espera un tiempo más propicio para salir a navegar. Un manto blanco de silencio y nieve le da un aspecto de dama seria y respetable, y no se podría encontrar un lugar más propicio para recibir a los ganadores del Premio Nobel. Al pasear por la Ciudad Vieja, los pasos apenas despiertan un leve eco por las estrechas calles empedradas, adornadas con los carteles de las tiendas que parecen de otro tiempo. Un cuento de Navidad que dura varios meses.

En estos meses resulta difícil reconocer, en la plaza en la que -de noche, a las tres de la tarde- un grupo de jóvenes patina sobre hielo, el lugar en el que -de día, a las once de la noche- otro grupo chapoteaba en una fuente. Debe de ser el mismo lugar, porque un monumento con unos leones sentados sirve de fondo a ambas escenas.

Y todo ello en una ciudad marina, levantada sobre 14 islas, allá donde el lago Mälaren se junta con el Báltico. Es un laberinto de canales e islotes, que a primera vista no parecen muy fáciles de sortear en barco. Por tanto, era el lugar perfecto para controlar una de las más importantes rutas comerciales navegables del norte de Europa.

Desde el siglo XIII ha habido un palacio en la isla de Gamla Stan, y el actual Palacio Real data del siglo XVIII. Una joya barroca de más de 600 habitaciones, en la que hay diferentes museos. A su alrededor se extiende Gamla Stan, la Ciudad Vieja, uno de los conjuntos urbanos más atractivos de Europa. La mayoría de las casas se remontan a los siglos XVII y XVIII, y allí hay -además de muchas tiendas de recuerdos para turistas apresurados- talleres de artesanos, anticuarios, restaurantes instalados en bodegas de edificios centenarios, galerías de arte, lugares donde es posible sentir la historia y dejar pasar el tiempo.

Gamla Stan y la zona de Kungsholmen, donde se encuentra el Ayuntamiento, han sido siempre las zonas más queridas por los turistas. Sin embargo, en los últimos dos o tres años, una parte considerable de los visitantes de Estocolmo se interna también en barrios más alejados. Van a la búsqueda de lugares muy concretos: los escenarios de las novelas de la trilogía Milenio de Stieg Larsson.

Unos pocos de estos escenarios se encuentran en Kungsholmen, en la zona del Ayuntamiento, y un poco más allá -Vasastan o incluso fuera de la ciudad-, pero la mayoría de los personajes vive en Södermalm, la isla que se extiende justo al sur de Gamla Stan. Tradicionalmente ha sido una zona de trabajadores sin grandes atractivos aunque con dos grandes calles comerciales: Hornsgatan y Götgatan. Sin embargo, en los últimos años se está convirtiendo en un barrio chic, y están proliferando las tiendas de moda y los cafés de diseño.

Y los visitantes que, con un plano en la mano y las novelas en la cabeza, buscan los lugares en los que vive Mikael Blomkvist o Lisbeth Salander, donde se celebra el juicio que declara la mayoría de edad de ésta última, la plaza de Mosebacke por donde pasan en varias ocasiones, la sinagoga en la que se reúnen varios de los protagonistas, etc. Un viaje literario tras las huellas del último gran éxito editorial.



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Museo de la Ciudad de Estocolmo

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