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Explicado el origen del trastorno de la talidomida

Más de 50 años después, investigadores españoles han contribuido a desvelar la clave de dicho trastorno, extremadamente raro en la actualidad

A. I.

A finales de la década de los cincuenta del siglo pasado tuvo lugar una de las mayores tragedias sanitarias del mundo, el llamado 'episodio de la talidomida'. Este medicamento se recetó durante cuatro años para aliviar las molestas náuseas del embarazo provocando, sin embargo, un efecto muy grave: el nacimiento de entre 10.000 y 20.000 niños afectados por focomelia, una malformación que provoca el desarrollo deficiente de las extremidades y que provoca que sean más cortas de lo normal.

Más de 50 años después, investigadores españoles han contribuido a desvelar la clave de dicho trastorno, extremadamente raro en la actualidad. Lo han hecho en un trabajo publicado hoy en Nature que, además de explicar el fenómeno, acaba con la teoría más extendida sobre su origen.

Hasta ahora, se creía que la focomelia se producía al reducirse el tamaño de la extremidad debido a la pérdida de células, lo que provocaba que las supervivientes permanecieran más tiempo en la llamada 'zona de progreso', adquiriendo destinos cada vez más alejados del centro del cuerpo. De esta forma, células que normalmente darían lugar, por ejemplo, al húmero, acabarían formando los dedos. Sin embargo, el trabajo, en el que han participado científicos del CSIC, la Universidad de Cantabria y la Universidad de Harvard (EEUU), desmontan este modelo.

Para ello, tal y como explica la investigadora del CSIC en el Instituto de Biomedicinay Biotecnología de Cantabria Marian Ros, se ha reproducido la focomelia en embriones de pollo, a los que radió con rayos X para provocarles el trastorno. El estudio de los marcadores moleculares disponibles ha demostrado que, desde el inicio, los tres segmentos de la extremidad (en el caso de la superior, brazo, antebrazo y mano) están adecuadamente especificados, aunque luego sólo se vayan a formar los dedos.

Las implicaciones prácticas de esta investigación son, de momento, difusas. 'Es un trabajo conceptual', apunta Ros, que explica que, en su estudio, no se utilizó la talidomida para provocar la focomelia porque el fármaco 'no tiene efecto en pollos'. Aún así, sus conclusiones son aplicables al defecto que provocó el medicamento, que es el mismo con independencia de su causa. 'Nuestros resultados sirven para interpretar las malformaciones de la talidomida', concluye Ros.

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