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La familia Saura en la salsa de la intimidad

Un libro recoge el archivo personal que Carlos Saura creó desde los 14 años

PEIO H. RIAÑO

La saga sauriana es una curiosa especie destinada a sobrevivir al tiempo. 'Nunca se debería hablar de las personas solo en pasado, es horrible', escribe Ángeles Saura enel prólogo del libro de fotos sin pretensiones fotográficas inéditas, que Carlos Saura hizo desde los 14 años de edad a su familia, y que aparecerá en unos días, publicado por La Fábrica y la Fundación Antonio Saura, con el título Saura x Saura. 'No es verdad que el tiempo todo lo borra', apunta en las mismas páginas Carlos para explicar que una de las virtudes del paso del tiempo es que coloca las cosas en su sitio. El testimonio recogido en este libro es puro presente, porque ese es el poder de la fotografía, el poder de evitar el olvido.

Ahí están los dos bromeando, fumando, paseando, de viaje, en el hospital en el estudio, pero sin trabajar. Ahí los dos y sus padres, hermanos, mujeres, hijos y amigos, en un archivo íntimo y familiar que recapitula imágenes desde 1947 hasta 1998, última foto en la que aparecen los dos juntos. Antonio y Carlos, siempre juntos. Distintos, discrepantes, cercanos. Por Huesca, Barcelona, Madrid, Cuenca, Suances, París, Londres, Granada, Stuttgart y Costa Rica. En todos esos lugares, con toda esa gente, Antonio Saura (Huesca1930-Cuenca, 1998) es el protagonista. Saura x Saura es un trayecto por el lado más llano y natural de quien, junto con Millares, Feito y Canogar, renovó la tradición pictórica española, desde el bastión del grupo artístico El Paso.

Sin embargo, también es un libro reivindicativo. Desde la muerte de Antonio, Carlos y su hermana Ángeles han estado enfrentados con la viuda y la hija, herederas de Antonio. Los primeros secundan la Fundación Antonio Saura de Cuenca, las segundas inauguraron la Fundación Archivo Antonio Saura de Ginebra. Todos empeñados en la conservación y divulgación de su obra. Este material fotográfico inédito compilado en Saura x Saura, nace con el beneplácito de la fundación conquense. 'Mi hermano estaba convencido de que al menos su obra le iba a sobrevivir', explica Carlos, para aclarar que junto a museos de todo el mundo, la obra monumental de dibujos, pinturas, cuadros, escritos y publicaciones ilustradas están a buen recaudo en la 'Fundación de Cuenca que él creó, en la que trabajó hasta el final y, cuyo edificio, elegido por él, está a solo unos metros de la casa familiar'.

El humor por montera

A esa inquietante mirada en la que se camuflaba Antonio Saura acentuada entre sus espesas cejas y el lunar de la mejilla le sentaba de maravilla la juerga. El miedo al ridículo es lo primero que desaparece al estar en la salsa de la familia. Sin complejos. En este archivo se respira buen rollo, imágenes de lo que el propio Carlos Saura apunta como 'retranca aragonesa'. Ese humor era un lazo silencioso entre ellos dos, que como el mismo Carlos dice les hace estar 'hermanados por un amor más allá de las palabras' que 'quizá no era necesario expresarlo'.

'Toda la familia es así. Les gusta el disfraz y el mundo carnavalesco', añade Miguel López, editor del libro y director de la Fundación Antonio Saura. Confirma que la edición no ha escatimado en recoger momentos de alegría y de dolor. Así, el libro arranca con Antonio encamado, junto a un cachorrito y su hermana Ángeles. Fechada en 1947, Antonio llevaba ya dos años convaleciente por tuberculosis. Entonces era un muchacho de 15 años. 'De su enfermedad adolescente, de su solitaria meditación en su dormitorio con balcón-galería a la calle Princesa en Madrid, o en el jardín del caserón de Cuenca, le quedó a Antonio como una tristeza o melancolía profunda', recuerda Carlos, para dar una explicación cercana a la negrura de sus colores, los esqueletos secos, las crucifixiones, etc, de los que hablan los manuales de Arte.

Con todo, es imposible no ver en el conjunto una oportunidad para la paz, en la pelea por la administración de la memoria viva del artista. Hay una serie de cuatro fotos en Cuenca, el retiro dorado de la familia, cerca del estudio de Antonio, en el año de la muerte del pintor, en las que aparece junto con Ángeles, Carlos y Mercedes, acaramelado con su familia. Los cuatro bien cerca. Bromeando. Sin augurar la ruptura. No, no es verdad que el tiempo borre nada. Ahora todo está en su sitio.

'El mundo del disfraz está muy relacionado con la pintura de Antonio Saura, siempre interesado por los retratos monstruosos', reconoce el experto Miguel López, que recuerda con especial cariño la serie Moi et Moi, unas serigrafías realizadas por Antonio a partir de fotografías de su rostro hechas en 1972 por Carlos. En el libro Saura x Saura aparece también con tricornio y caretas (una de E.T. el extraterrestre), además de la peluca que luce sobre estas líneas.

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