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Los fantasmas de Tim Burton toman el MOMA

El centro de arte contemporáneo más importante del mundo dedica una amplia retrospectiva al cineasta con dibujos, bocetos, maquetas y fotos

ISABEL PIQUER

'¿Hay algún médico en la sala que certifique que estoy muerto? Porque esto es realmente una experiencia extracorporal'. Tim Burton (California, 1958) se quedó ayer sin palabras ante la exposición monográfica que a partir de este fin de semana le dedica el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), la mayor jamás presentada de un cineasta. 'De todas las cosas surrealistas que me han pasado, esta desde luego es la más grande', bromeaba el director de Eduardo Manostijeras.

Parapetado tras unas enormes gafas de sol azules, pese a que la presentación a la prensa se hizo en una de las salas de cine del museo, en el sótano, con ese aire de adolescente desgarbado a sus 51 años recién cumplidos, Burton no sabía muy bien qué decir. 'Quiero dar las gracias a los que han escarbado en mis armarios, casi me provocan un infarto'.

Los fans de Burton van a disfrutar con la muestra del MOMA. Y los que no lo son, van a descubrir una faceta mucho más completa del director de Batman, La novia cadáver y, próximamente, Alicia en el País de las Maravillas, que se estrenará en marzo del año que viene.

La exposición, a la que se accede por un túnel de animación con forma de boca de monstruo, incluye 700 bocetos, dibujos, pinturas, imágenes y otros desvaríos del mundo de Burton. El museo también dedica un ciclo a sus 27 años de cine y no sólo a sus propias películas, sino a las obras que le inspiraron (El gabinete del doctor Caligari, The Omega Man o Frankestein). Como subrayaba su director, Glen Lowry, el MOMA 'no volverá a ser el mismo' después de la invasión gótico-humorística de Burton.

'Quiero dar las gracias a los que han escarbado en mis armarios'

La mayoría de las obras proceden de la colección personal del director, de los archivos de los estudios o de sus colaboradores, y también incluye bocetos de proyectos que nunca llegaron a realizarse o se realizaron y apenas se vieron -como una adaptación asiática de Hansel y Gretel pensada en 1983-, por lo que parte del material se muestra al público por primera vez.

Una selección de los temas de Danny Elfman, compositor de las bandas sonoras de Burton, acompaña un recorrido cronológico que empieza en Burbank, el barrio de Los Ángeles donde nació el director, también sede de los estudios Disney. Algunos nacen
predestinados...


Para la ocasión, Burton ha creado siete nueve piezas: un Balloon Boy que acoge a los visitantes en el hall del museo; la escultura de un Robot Boy basada en uno de los personajes del libro para niños que publicó en 1997, The Melancholy Death of Osyter Boy and Other Stories, o la réplica de un arbusto tallado por Eduardo Manostijeras en forma de ciervo en el jardín del recinto.

Los comisarios tuvieron la gran ventaja de que Burton es un maniático compulsivo o, como elegantemente aseguró Lowry, el 'archivero de su propia obra'. Parece que no hay recorte, boceto, recuerdo, periódico garabateado, imagen, dibujo o trozo de papel que Burton no haya conservado.

'Si te fijas, incluso durante las entrevistas, Tim siempre está dibujando. Y tiene cientos de servilletas de papel con esbozos porque no para nunca', dice Ron Magliozzi, uno de los comisarios de la exposición. Por guardar, Burton conserva incluso la carta que le escribió en 1976 el servicio de recogidas de basura de Burbank, cuando ganó con su proyecto el concurso para promocionar los servicios de la ciudad. Tenía 22 años.

'El museo no volverá a ser el mismo', dice su director

El cineasta reconoció ayer entre risas que la selección no fue fácil. 'Quiero agradecer a los comisarios haber dado algo de sentido a mi vida, haber encontrado un hilo conductor'.

El MOMA 'muestra una gama más amplia del proceso creativo de Tim Burton como artista y cineasta que toma su inspiración, como muchos de sus contemporáneos de la generación posmoderna, en la cultura pop, en su caso del sur de California, aunque a Tim no le gusta que diga estas cosas', asegura Magliozzi; pero en el caso de Burton, la cosa va mucho más allá porque ' se inspira en cómics de periódicos y revistas, de literatura infantil y dibujos animados, juguetes y televisión, películas japonesas de monstruos, carnavales, cine expresionista y de ciencia ficción'.

La exposición incluye un libro escrito e ilustrado por Burton cuando era un adolescente, The Giant Zing (1976), y varias películas filmadas en súper 8 en el jardín de su casa con sus amigos. Su pasión por las películas de horror de los años cincuenta, especialmente las de su ídolo Vicent Price, con el que luego conseguiría trabajar, o el cine japonés, le ayudan a sobrevivir a la tremenda monotonía y el implacable conformismo del suburbio estadounidense, del que empieza a escapar al graduarse en el California Institute of the Arts (CalArts). Uno de sus primeros trabajos, el corto Stalk of the Celery Monster, ya tiene algo del universo visual que caracteriza sus obras posteriores.

Burton guarda hasta los garabatos que hace en las servilletas

'Hay una temática continua en la obra de Burton -explica Magliozzi-. Es la relación entre niños y adultos o, mejor dicho, cómo conservar el niño en el adulto, la idea de la creatividad explosiva y constante, o la combinación del horror y del humor. Todo eso está ahí desde el principio'.

Al salir de CalArts, Burton trabaja durante cuatro años como animador en los estudios de Walt Disney a principios de los ochenta. Los bocetos de aquella época ilustran temas familiares en la vida creativa de Burton: cambios antropomórficos de los personajes, temas más bien oscuros, cinismo, humor, adolescencia. Se ve claramente en Trick or Treat, Romeo y Julieta (1980-84), Caperucita roja (1981), proyectos realizados en colaboración con Rick Heinrichs que nunca vieron la luz.


La carrera de Burton empieza a despegar en 1985 con Pee-wee's Big Adventure y Bitelchus (1988), y se confirma con Batman (1989) y Eduardo Manostijeras (1990). En 1993, le llega la consolidación cuando su nombre aparece en el mismo título de la película, La pesadilla antes de Navidad de Tim Burton, que ideó y produjo. En esa etapa, desarrolla una relación profesional con colaboradores que le siguen a lo largo de muchos de sus largometrajes: la diseñadora Colleen Atwood, el maestro de efectos especiales Stan Winston o los marionetistas Ian Mackinnon y Peter Saunders, que le ayudaron a crear su estética tan reconocible y particular.

'Se puede comparar a Burton con Federico Fellini, Pasolini o incluso Andy Warhol, en el sentido de que son cineastas y artistas o a la inversa', comenta Magliozzi. 'Y en el caso de Burton, podría perfectamente retirarse del cine y sería valorado plenamente como artista. Y es lo que hemos querido mostrar con esta retrospectiva', añade.

Gótico
Pálido, tímido, con ojeras y vestido de negro. Tanto el aspecto físico de las criaturas que pueblan sus ficciones como su gusto por la estética del cine de terror de los años veinte le han convertido en un icono del movimiento gótico, que también admira a algunos de sus maestros: el ilustrador Edward Gorey o el actor Vincent Price.

Humor
Pese a su gusto por las atmósferas tenebristas, Burton entiende el cine como una actividad lúdica. Dos de sus mejores películas –las hilarantes ‘Bitelchus’ (1988) y ‘Mars Attacks!’ (1996)– son comedias puras.

Inadaptados
Los protagonistas de los filmes de Burton son seres inadaptados. Tienen demasiada imaginación como para sentirse cómodos en el seno de una sociedad que tiende a la uniformidad y margina la diferencia. Que se lo digan a Eduardo Manostijeras.

Música
Alguien que hace cine para divertirse (y para que nos divirtamos) no podía obviar el musical. ‘Pesadilla antes de Navidad’ (1993, producida por Burton), ‘La novia cadáver’ (2005) y ‘Sweeney Todd’ (2007) son musicales. Danny Elfman, creador de la sintonía de ‘Los Simpson’, ha compuesto muchas de sus bandas sonoras.

Navidad
Muchas de las películas del cineasta, un niño encerrado en el cuerpo de un señor mayor, transcurren en la época del intercambio de regalos navideños: ‘Eduardo Manostijeras’ (1990), ‘Batman vuelve’ (1992), ‘La novia cadáver’ y ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ (2005).

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