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Finaliza la ofensiva militar para reanudar el proceso de paz en el sur de Filipinas

EFE

El Gobierno de Filipinas ordenó hoy poner fin a ofensiva militar en el sur contra los rebeldes musulmanes del Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI) e intentar así reanudar el proceso de paz, roto hace casi un año.

Las tropas gubernamentales "suspenderán todas sus operaciones de carácter ofensivo en las zonas de conflicto" y a partir de la medianoche del sábado se limitarán a tareas defensivas, anunció el secretario de la presidencia, Eduardo Ermita.

Sin embargo, Ermita aclaró que el Ejército seguirá tras la pista de Umbra Kato, Abdulá Macapaar y Alim Pangalian Solaiman, los tres comandantes renegados del FMLI a los que se responsabiliza de la ola de violencia que se registró en agosto pasado tras el último fracaso de las negociaciones.

Todos ellos han declarado la guerra al Ejecutivo de Manila, que ha puesto precio a sus cabezas y les acusa de querer dinamitar el proceso de paz.

Hace una semana, fuentes gubernamentales informaron de que varias reuniones en secreto habían dado fruto y que el FMLI había aceptado retomar la senda del diálogo.

En este sentido, Ermita señaló que el Gobierno llevaba meses preparando el terreno para reiniciar los contactos, pero estaban esperando a que el primer ministro malasio, Najib Razak, completara la remodelación de su gabinete en la nación vecina que ejerce de mediador en el proceso.

"Las conversaciones se reanudarán. Soy optimista (...) porque creo que ambas partes son sinceras en su compromiso de buscar una solución pacífica al conflicto", opinó Norberto Gonzales, asesor de Seguridad Nacional.

El negociador jefe gubernamental, Rafael Seguis, explicó que la iniciativa es una "medida para restablecer la confianza" y permitirá regresar a sus hogares a cientos de miles de refugiados.

Por el momento se desconoce la reacción de los rebeldes, a los que Ermita emplazó a respetar el cese de hostilidades.

La ofensiva militar contra el FMLI en el centro y sur de la isla de Mindanao comenzó el pasado 4 de junio y ha costado la vida a decenas de rebeldes y soldados, aunque las cifras varían de forma significativa según a qué bando se consulte.

Muchos desplazados que se hallan en "tierra de nadie" por haber abandonado sus hogares pero no llegado todavía a los campos sufren gran escasez de alimentos y otros artículos básicos, denuncian las ONG.

Las negociaciones están paralizadas desde que el Tribunal Supremo anuló en agosto de 2008 un memorando de entendimiento pactado por Gobierno y rebeldes que iba a allanar el camino hacia un acuerdo de paz.

Pero el acuerdo se topó con el escollo de la oposición de varios políticos cristianos, que tacharon el acuerdo de cesión de soberanía encubierta a los musulmanes.

Los comandantes rebeldes del FMLI ignoraron el alto el fuego vigente desde 2003 y respondieron atacando poblaciones católicas en Mindanao, haciendo renacer el temor a que estalla de nuevo la guerra en el sur de Filipinas.

Aquella ola de violencia dejó un reguero de más de 300 víctimas mortales -entre ellos muchos civiles- y cerca de medio millón de desplazados, la mayoría de los cuales todavía viven en campos y no han podido volver a sus casas.

Los cinco millones de musulmanes de Mindanao, los primeros pobladores de la isla antes de que llegaran los colonizadores españoles, mantienen siglos después una difícil convivencia con la mayoría de nueve millones de cristianos.

Fundado en 1984, el FMLI es la mayor organización separatista de Filipinas, con más de 12.000 combatientes que luchan a favor de un Estado islámico independiente en el sur del país, antaño dominado por sultanatos malayos.

Casi cuatro décadas de conflicto étnico, religioso y tribal han ocasionado miles de muertos y cerca de dos millones de refugiados en una de las áreas más pobres del archipiélago.

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