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Fito y Fitipaldis agasajan a Madrid con un atracón de rock 'n' roll

EFE

Si la Navidad es una época de banquetes pantagruélicos, Fito Cabrales no podía quedarse atrás y, al frente de sus Fitipaldis, ha ofrecido un atracón de rock 'n' roll a los 15.000 espectadores reunidos esta noche en el madrileño Palacio de los Deportes.

Tras dos noches seguidas en Barakaldo, el músico bilbaíno y su banda atacaron el primero de los tres conciertos programados en Madrid de la gira "Antes de que cuente diez", con la que presentan su último trabajo discográfico.

Unas proyecciones audiovisuales, con los artistas caracterizados como personajes de cómic, anunciaron la salida al escenario de una banda que, durante casi dos horas y media, dejó sin aliento a la muchedumbre congregada en el recinto capitalino.

Envueltos por un griterío ensordecedor, Fito y Fitipaldis saltaron al escenario para, sin mediar palabra, atacar el single de su nuevo disco, "Antes de que cuente diez", que arrancó la primera gran ovación de la noche antes de dar paso a "Un buen castigo".

"Aquí terminamos nuestra última gira hace muy poco, y es un orgullo y un honor estar de nuevo con vosotros", aseguró Fito en los instantes que precedieron a la interpretación de "Por la boca vive el pez".

"Fito, Fito, Fito", vitoreaba el público que, puesto en pie para el resto de la velada, saludó con entusiasmo los toques de rockabilly de "Viene y va".

Una bella introducción de guitarra y teclados creó la atmósfera idónea para "Me equivocaría otra vez", un tema íntimo y pausado que enlazó con los aíres de country y tex mex propuestos por "Como pollo sin cabeza".

Mientras colocaba el primer pitillo en el mástil de su guitarra, Fito Cabrales avisó: "Sus vais a cagar". Y como si de un torrente sonoro se tratara, "Todo a cien" inundó el palacio con una melodía capaz de erizar el vello más recóndito.

Tras homenajear a La Cabra Mecánica, que en esta gira se despiden de la música actuando como teloneros de Fito y Fitipaldis, Cabrales dio la orden para que sonaran los acordes de "La cuisine de Bernard", una deliciosa pieza instrumental cuyo final se fusionó con otro tributo, el que dedican a Los Secretos con la versión de "Quiero beber hasta perder el control".

Acompañado por el vocalista Miguel Ángel Hernando, más conocido como "Lichis", Fito abrió la puerta al paisaje canallesco y sórdido de "Barra americana", mientras que la melancolía se instaló en los graderíos con el blues-rock de "Que me arrastre el viento".

La figura de Roberto Iniesta, cantante y compositor de Extremoduro, sobrevoló el pabellón cuando Fito atacó ese "Deltoya" que, transmutado en su versión más rockera, se erigió en uno de los grandes momentos de la noche.

El público se convirtió en protagonista cuando los músicos dejaron de tocar, durante un par de minutos, para que fueran los espectadores quienes cantasen a capella el estribillo de "Tarde o temprano".

"La casa por el tejado" y "Soldadito marinero" anunciaron la llegada de los bises, que comenzaron con Fito, en soledad sobre las tablas, recordando a sus ex compañeros de Platero y Tú con "Al cantar".

Decididos a dar una lección de virtuosismo en cada canción, Fito y Fitipaldis retorcieron a conciencia los finales de "Corazón oxidado", "Qué necesario es el rock 'n' roll" y "Acabo de llegar", que puso el broche de oro a una cita de rock en estado puro.

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