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El G-8 admite que la economía sigue en peligro

Los líderes de los países más industrializados creen que es necesario seguir manteniendo las masivas ayudas públicas

SANDRA BUXADERAS

No es tiempo todavía para el optimismo. Los líderes de los ocho países más industrializados del planeta (el G-8) reunidos en las afueras de la devastada ciudad italiana de LAquila reconocieron ayer que todavía hay demasiados nubarrones sobre la economía mundial y que es pronto para pensar en retirar las medidas de estímulo fiscal puestas en marcha por la mayoría de gobiernos.

Es fue el mensaje que acordaron lanzar ayer en la cumbre del G-8, aunque a algunos, como a la alemana Angela Merkel, les duela seguir tirando de déficit para sufragar los planes de apoyo a la economía.

El lenguaje de la declaración aprobada ayer en la primera jornada de la cumbre no se anda por las ramas. El texto acordado admite que 'hay signos de estabilización económica, incluso una recuperación de los mercados de valores, una reducción de los tipos de interés y una mejora de la confianza de empresas y consumidores', pero alerta de que 'la situación permanece incierta y persisten riesgos significativos para la estabilidad económica y financiera'.

Empujados por el presidente norteamericano, Barack Obama, el británico Gordon Brown o el japonés Taro Aso, los gobiernos del G-8 se comprometen a seguir apoyando la economía con medidas de intervención pública y cueste lo que cueste: 'Tomaremos, individualmente y colectivamente, los pasos necesarios para redirigir la economía global hacia el sendero del crecimiento fuerte, estable y sostenible, incluyendo estímulos macroeconómicos'. Si no siguen actuando, los dirigentes mundiales temen que la recuperación se frene en seco, con un alto coste en términos de paro y una previsible revuelta social. Lo admiten llanamente: 'Los efectos de la crisis económica sobre los mercados de trabajo pueden poner en cuestión la estabilidad social'.

Acto seguido, para calmar a Merkel, prometen casi un milagro: lograr gastar más sin que la inflación se les vaya de la manos y el déficit se les ponga por las nubes, pues prometen que los estímulos económicos serán 'consistentes con la estabilidad de precios y la sostenibilidad fiscal a medio plazo'.

Los dirigentes de Estados Unidos, Canadá, Rusia, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Italia y Francia, sin embargo, dejan la puerta abierta para que cada uno decida por su cuenta cuándo es el mejor momento para plantarse: las estrategias para frenar el gasto público 'variarán de país en país dependiendo de las condiciones de las economías domésticas y de las finanzas públicas, y deben garantizar una recuperación sostenible en el largo plazo'. En definitiva, aprueban empezar a retirar las medidas de apoyo extraordinarias 'una vez la recuperación esté asegurada'. Es decir, más adelante, y siempre en función de la evolución de cada país.

Los ocho líderes mundiales añaden que van a seguir actuando para atender 'a las necesidades de liquidez y capital de los bancos' y para 'asegurar la robustez de las instituciones' financieras. Aun así, todavía no hay un marco concreto de regulación financiera. Hoy la discusión seguirá en el marco del G-20, pero existe el riesgo de que las decisiones importantes se pospongan a la reunión que se celebrará en septiembre en Pittsburgh (EEUU).

El documento también pide el relanzamiento de la Ronda comercial de Doha, pero los líderes no lograron establecer el 2010 como fecha límite, como pretendían algunos de ellos. Hoy retomarán la cuestión en el marco de las reuniones del G-14 y del G-20.

El G-8, siguiendo la petición del francés Nicolas Sarkozy, hace también un llamamiento a los países productores y consumidores de petróleo para 'mejorar la transparencia y reforzar el diálogo', con el fin de atenuar la volatilidad de los precios. La preocupación por los vaivenes del petróleo fue compartida por Nicolas Sarkozy con el británico Gordon Brown en un reciente encuentro en Francia.

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