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Glamour de barrio y terrorismo estético

Carlos Díez, Ion Fiz y Marís Escoté echan el cierre a Cibeles

La Cibeles Madrid Fashion Week tiene vistas a la T4 del aeropuerto de Barajas. A parte de evidenciar geográficamente lo lejos que nosotros mismos posicionamos la moda española, está la evasión mental que supone mirar a las pistas de despegue: con desfiles como los de Juana Martín a cualquiera le entran ganas de coger un avión y largarse de aquí.

Al final todos nos quedamos, porque el día empezó con dos creadores de lujo, Ion Fiz y María Escoté. El primero ha regresado por fin a Cibeles. 'Ya era hora, mira que me ha costado, ¿eh?', comentaba el diseñador antes de subir a escena una colección con sabor añejo, que centrifugaba cortes militares y vestidos vaporosos drapeados. Escoté pasa de la elegancia en su sentido más tradicional, lo suyo es el glamour de barrio y la moda con resaca (pero de champán francés).

'Hemos estado cosiendo plumas y pedrería hasta el último momento', explicaba acelerada la diseñadora pocas horas antes de su desfile. Las plumas vienen por su magistral reinterpretación de la historia de la América profunda. Su irónica colección unía en espacio y concepto a la tribu de los Arapahoes con starlettes de club de alterne y duras moteras nacidas al calor de la Ruta 66.

Carlos Díez tampoco entiende de sofisticaciones palaciegas, lo suyo es el terrorismo estético. Cuando desembarcó en Cibeles en 2004, la pasarela se estremeció con un poderoso y provocativo soplo de aire fresco. Justo es decir que, para que ese soplo no decaiga, el diseñador vasco necesita renovar si ideario estético. Aún así, fueron memorables sus chubasqueros, plumíferos y elementos sobredimensionados, en especial mochilas y zapatillas.

Qué mejor para terminar con esta edición de Cibeles que las chicas de El Delgado Buil. ¿Es posible mezclar en un mismo look el estilo asilvestrado de trampero canadiense con una moda street basada en el más absoluto mestizaje? ¿Y que, encima, quede bien? Sí y sólo sí están detrás de tan alocada apuesta Anna y Macarena. Su genio creativo para hacer posible lo imposible, dentro de unos parámetros comerciales, con una imaginación y unos recursos estéticos y estilísticos fuera de lo convencional, hacen de ellas la renovación que tanto estábamos buscando.

Buscando algunos, claro, porque otros han pensado que era mejor premiar con el trofeo de L'Oréal al diseñador Miguel Palacio: sabor agridulce para este cierre en el que dos activistas de Igualdad Animal interrumpieron el desfile de Jesús Lorenzo, justo cuando el diseñador se disponía a saludar al público, como protesta por la utilización de pieles animales para la confección de prendas.

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