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La gota que horada la piedra

Paciencia y tenacidad marcan la trayectoria del fiscal del caso

A. G.

Cuentan quienes le conocen que el fiscal anticorrupción del caso Palma Arena es como la gota que horada la piedra: paciente, hierático como un bajorrelieve etrusco, tenaz hasta el cansancio ajeno y habilidoso para encontrar el resquicio donde hundir la cuña y extraer la verdad. Luego saca las manos de la ponzoña y sigue adelante.

Las imágenes de alguno de los momentos en que Horrach, de 47 años, sale de los juzgados de Palma flanqueando a su jefe, el también irreductible Juan Carrau, y al juez José Castro muestran a un trío que evoca a Los intocables. Los de Eliott Ness, no los otros, claro. Quizá por eso, cuando Matas declaró en marzo de 2010, los espontáneos congregados en la calle aledaña a los juzgados aplaudían cada vez que el trío pisaba la acera. Ellos, a lo suyo, a paso rápido en una especie de carrera contrarreloj que en cualquier momento pueden perder. Y lo saben.

La investigación sobre Matas estuvo a punto de fracasar por falta de prórrogas

Quienes le rodean creen que Horrach es consciente de que camina por la cuerda floja. Y citan un ejemplo: antes de que Castro destapara el caso Palma Arena por los sobrecostes del velódromo, la Fiscalía Anticorrupción de Palma ya estaba investigando el vertiginoso incremento patrimonial de Jaume Matas. Los fiscales habían avanzado pero necesitaban tiempo. Y la Fiscalía General del Estado dijo que no habría más prórrogas. Sus pesquisas se salvaron porque Castro consideró que ambos hechos, el incremento injustificado del coste del velódromo casi 60 millones de euros y el enriquecimiento inexplicado de Matas, estaban conectados.

Castro salvó así el trabajo de Carrau y Horrach y evitó que acabara en la papelera. Cuando trascendió que el fiscal jefe de Balears, Bartomeu Barceló, había charlado por teléfono con Matas el día anterior a la fecha fijada para su declaración, algunos periodistas locales se apresuraron a poner en situación a sus colegas foráneos: que la Fiscalía ordinaria era una cosa y Anticorrupción, otra. Evidente.

El jueves, distintos medios publicaron que Anticorrupción planeaba pedir al juez que impute a Urdangarin. El viernes, la Fiscalía lo desmintió. Horrach prefiere ir lento pero seguro. Sabe que la gota acaba horadando la piedra. A menos que alguien cierre el grifo.

 

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