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Los Grandes de Detroit repiten su pedido para evitar una catástrofe en el sector del motor de EEUU

EFE

Los máximos ejecutivos de General Motors (GM), Ford y Chrysler regresaron ayer al Capitolio con la mano extendida, urgiendo un préstamo de 34.000 millones de dólares para evitar que la industria automotriz de EEUU se vaya al traste.

Los ejecutivos, que en un gesto de austeridad desecharon sus jets privados y viajaron a Washington en autos híbridos, reiteraron que la bancarrota "no es una opción" y que, sin el rescate federal, el colapso del sector agravaría la crisis económica.

Esta vez, los Tres Grandes de Detroit encontraron menos hostilidad pero cierto escepticismo sobre por qué merecen un rescate, en momentos de gran ansiedad económica, cuando han labrado su propia tumba con desaciertos de gestión, producción y marketing.

"Estamos hoy aquí porque cometimos errores... factores fuera de nuestro control nos han empujado al borde" de la ruina, reconoció el principal ejecutivo de GM, Rick Wagoner, durante una audiencia del Comité de la Banca del Senado.

Wagoner compareció ante el Comité junto con sus pares de Ford, Alan Mulally, y de Chrysler, Robert Nardelli, para insistir en que el Congreso les conceda 34.000 millones de dólares en préstamos y líneas de crédito para conjurar la bancarrota.

GM, que solicitó la mayor parte -18.000 millones de dólares-, asegura que necesita "de inmediato" una primera partida de 4.000 millones de dólares en diciembre y un monto similar el mes próximo.

Ford pidió una línea de crédito de 9.000 millones de dólares en caso de que empeore la crisis, y Chrysler pidió 7.000 millones.

Nardelli defendió su plan de supervivencia e insistió en que la crisis financiera, iniciada en 2007 y "agravada en el segundo trimestre de este año", ha redundado en el nivel de ventas de autos más bajo en más de dos décadas y ha creado "tremendas presiones" de liquidez.

Chrysler necesita el dinero "para continuar la transformación que empezamos hace poco más de un año... y financiar el renacimiento de nuestro producto", enfatizó.

Mulally señaló que no requiere el "préstamo puente" de inmediato pero advirtió del efecto dominó si fracasa siquiera uno o dos de sus rivales domésticos.

Ese colapso "amenazaría a Ford, porque dependemos en un 80 por ciento de los mismos abastecedores, y cerca del 25 por ciento de nuestros principales concesionarios también posee franquicias de GM y Chrysler", explicó a manera de ejemplo.

Los ejecutivos presentaron el martes sus planes de reestructuración, y el Senado podría votar una propuesta de rescate la semana próxima.

Los tres fabricantes se comprometieron con una reducción de las compensaciones a ejecutivos, de los costos estructurales y de la plantilla laboral, la eliminación de algunas marcas, concesionarios e instalaciones, y la fabricación de autos más eficientes.

Pero en la Casa Blanca, en los pasillos del Congreso, y entre la opinión pública, persiste el recelo.

La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, dijo hoy que "es prematuro calificar" los planes de Detroit y reiteró que el apoyo del Ejecutivo "dependerá de que ellos demuestren viabilidad".

El presidente del Comité, Christopher Dodd, y el senador Charles Schumer advirtieron de que, sin acciones inmediatas, habrá "millones" de despidos.

La voz disonante la dio el republicano de mayor rango en el Comité, Richard Shelby, quien expresó dudas sobre la injerencia del Gobierno y dejó entrever que se opondría al rescate si no le satisfacen las respuestas de Detroit.

Durante la audiencia, gran parte de la discusión giró en torno al alcance y contenido del plan de rescate, de dónde saldrá la ayuda y los términos de pago y condiciones que deberán atender las empresas.

El interventor general interino de EEUU, Gene Dodaro, entregó un informe de la Oficina de Supervisión del Gobierno (GAO) en el que recomienda la creación de una junta que "apruebe, desembolse y supervise" el uso de los fondos y vigile el cumplimiento de las reformas.

El economista jefe de Moody's Economy.com, Mark Zandi, dijo que los fabricantes terminarán en la bancarrota en los próximos dos años sin la ayuda, y calculó que éstos en realidad necesitarán entre 75.000 millones y 125.000 millones de dólares para conjurar la bancarrota.

Según una encuesta de CNN del miércoles, el 61 por ciento de los estadounidenses se opone a un plan de rescate.

Por ello, los Tres Grandes de Detroit, y grupos laborales y sindicalistas que los respaldan, realizan una intensa campaña de convencimiento para lograr el salvavidas.

Como "rama de olivo" para respaldar a Detroit, el Sindicato de Trabajadores de la Industria Automotriz (UAW) anunció el miércoles una serie de concesiones, por considerar que peor sería quedarse en la calle.

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