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Grecia se juega 130.000 millones y su futuro en el euro

Atenas inicia esta semana la negociación con la troika para el segundo rescate y trata de desbloquear el acuerdo con la banca para la quita de la deuda

YIANNIS MANTÁS

Grecia se juega esta semana su futuro a largo plazo. En los próximos días se busca cerrar un pacto con la banca privada para un canje de deuda que suponga una quita del 50% sobre los bonos griegos (para asegurar la viabilidad de la deuda del país), y un acuerdo con la UE y el FMI sobre un nuevo plan de rescate de 130.000 millones (lo que supondrá la supervivencia económica del país y su permanencia en la familia del euro). Tras 15 meses de continuas medidas de austeridad de dudosa eficacia (contestadas por manifestaciones masivas), un plan de rescate de 110.000 millones, la dimisión del primer ministro Yorgos Papandreu y la formación de un Gobierno de unidad bajo el tecnócrata Lukas Papadimos, las tribulaciones de Atenas parecen llegar a la recta final.

En la cumbre de Bruselas de octubre se acordó la condonación del 50% sobre los bonos griegos por parte de los bancos privados, lo cual supone asumir unas pérdidas de alrededor de 100.000 millones de euros. El objetivo es reducir el peso de la deuda soberana griega del 160% al 120% del PIB en 2020. Además, se concretó un segundo plan de rescate de 130.000 millones a cargo de la UE y el FMI. Los dos acuerdos están estrechamente relacionados: si la negociación con los bancos y los fondos privados sobre la quita se corona con éxito, el plan de rescate estaría a disposición de Grecia.

En marzo, vencen 14.500 millones en bonos que Grecia debe pagar

Las negociaciones sobre la quita se reanudan esa semana, después de que el viernes se suspendieran, al no lograr un acuerdo sobre las condiciones para el canje de bonos.

Y mañana vuelve a Atenas la misión de negociadores de la Comisión Europea, el BCE y el FMI (la troika) para examinar la economía y las finanzas griegas, de cara al nuevo plan de rescate. Si esta negociación se resuelve, el país recibirá un primer tramo de ayuda de unos 89.000 millones, que se desembolsaría a finales de febrero. Pero si la negociación naufraga, Grecia se verá incapaz de cumplir con sus obligaciones económicas y la posibilidad de la bancarrota (y la posible salida del euro) llamará con fuerza a la puerta de Atenas. En marzo, Grecia tiene que hacer frente al vencimiento de bonos por 14.500 millones, una cantidad que no sobra en las arcas helenas.

La troika no revisará sólo las cuentas griegas, sino también planteará las condiciones del nuevo plan de rescate y las medidas adicionales que Grecia deberá tomar si quiere recibir los fondos. Esta vez está sobre la mesa casi todo: el salario mínimo en el sector privado y las pagas extras incluso. La UE y el FMI creen que parte del problema de Grecia es su baja competitividad, y enfocan sus recetas en nuevos recortes salariales para abaratar los productos y los servicios helenos.

Papadimos lleva esta semana al Parlamento nuevas medidas de ajuste

Por su parte, el Gobierno griego presenta esta semana en el Parlamento un nuevo proyecto de ley con ajustes adicionales 'de emergencia', como los calificó el ministro de Finanzas Evángelos Venizelos, que debe ser aprobado antes del viernes.

La negociación con la banca también parece complicada, aunque ayer el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Guido Westerwelle, dijo en Atenas que 'con buena fe se puede llegar a un buen resultado'. Pero parece claro que la banca privada no asumirá pérdidas de 100.000 millones a cambio de nada. El Gobierno griego ofreció la semana pasada a los bancos que los nuevos bonos que sustituirán a los títulos de deuda ahora en sus manos tengan un interés del 3,5%. La banca, representada en estas negociaciones por el director del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), Charles Dallara, insistió en que fuese al menos 5,15%.

Aunque la diferencia es considerable, el IIF no culpó a Atenas del bloqueo en las negociaciones, sino al FMI y la UE, que presionan a los acreedores privados para que asuman mayores pérdidas. Aunque el valor nominal de la quita se acordó sobre el 50% de la deuda griega, si se aplica el interés del 5,15% a los nuevos bonos, la condonación alcanzaría entre el 60% y el 64%, mientras que con el que propone el Ejecutivo heleno, el 3,5%, estaría entre el 65% y el 70%.

Además, otra de las condiciones de los acreedores privados es que los nuevos bonos griegos, después de la quita, estén regulados por la ley británica y no por la griega.

Entre este ambiente tan crítico, Grecia se encuentra también frente a una paradoja. El actual Gobierno, bajo la presidencia del economista y tecnócrata Lukas Papadimos se formó justamente para llevar a cabo las negociaciones sobre la quita de la deuda y el nuevo plan de rescate.

Sin embargo, aunque su Gobierno cuenta con la participación de tres partidos (socialdemócratas, conservadores y ultraderechistas), Papadimos se ve aislado y debilitado. El conservador ND de Antonis Samaras no deja de pedir elecciones anticipadas, mientras los socialistas se ocupan más en el cambio de liderazgo en su partido, que en las negociaciones de carácter crucial que se están desarrollando. La semana más larga de la historia contemporánea de Grecia acaba de comenzar.

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