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¡Haga sus deberes, señor Trichet!

El BCE debería comprar todos los bonos que emitan España e Italia

Todos aquellos que repiten como loros el soniquete vacío de que pasa lo que nos pasa porque no hemos hecho los deberes, a diferencia de otros países, tendrían que dirigir la exigencia a una autoridad que, en efecto, no los hace: el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet. Si se pusiese manos a la obra, anunciaría hoy mismo que el BCE ha adoptado la decisión de abrir una ventanilla para comprar todos los bonos que emitan los gobiernos de España e Italia.

Y si, en efecto, quisiera atacar el problema de raíz y dar seguridad a los mercados financieros, podría incluso ir más lejos: anunciar que el BCE está dispuesto a comprar todo el stock de deuda de España e Italia (unos 2,2 billones de euros). Ese sería el camino para no tener que efectivamente hacerlo ya que los mercados advertirían la garantía del BCE y por este camino daría tiempo a consolidar una verdadera recuperación, en vez de jugar a una recuperación de broma, saboteada cotidianamente por la desconfianza estratégica de los mercados en el sistema del euro.

Pero este curso de acción sería posible si Trichet estuviera al frente de un Banco Central Europeo (BCE) y no, como así ocurre, de una Oficina de Lucha contra la Inflación (OLI), que espera con placer casi epicúreo la rueda de prensa mensual en la que define los ingredientes del comunicado sobre la subida más o menos inminente de los tipos de interés.

Zapatero ha mantenido conversaciones telefónicas en las últimas horas con la mayoría de dirigentes políticos. Les ha dicho tres cosas que explicarían la renovada ofensiva de los mercados: 1) la lentitud, ya prevista, de los acuerdos del 21 de julio sobre el segundo rescate de Grecia y el mecanismo de estabilización europeo; 2) las grandes necesidades de emisión de deuda pública de Italia, mucho mayores que las de España; y 3) el BCE interviene de manera clandestina, pero no dice lo que hace.

Los líderes políticos, aquí y en Europa, declaman que la falta de celeridad en la aplicación del acuerdo del 21 de julio es quizá uno de los ingredientes más importantes del suflé que están horneando los mercados.

¿Y si esa lentitud no fuera la razón, y si simplemente el acuerdo no abordara los problemas de fondo? Los dirigentes políticos vienen fallando tanto desde hace más de un año en su versión sobre la crisis de la deuda soberana que es inevitable, cuando no necesario, poner en cuestión sus argumentos.

Los que quieren la enérgica aplicación del acuerdo deberían saber que es precisamente Trichet quien ha logrado a través de él 'independizar' al BCE de lo que sería la labor de un auténtico banco central. Será el BCE el que dicte al Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera actual y futuro, cuándo debe apoyar la recapitalización de los bancos y en qué momento de turbulencia intervenir comprando bonos de deuda pública. Y es el Mecanismo, por otra parte, el que, según está previsto, habrá de garantizar al BCE la cobertura de las pérdidas (quita) en las que este pudiera incurrir a causa de un eventual default de los bonos griegos.

Veremos hoy a Trichet en acción. El mismo día en que España sale a vender bonos por 3.500 millones de euros, una venta que, según aseguró Zapatero ayer a los líderes políticos, está hecha.

Pero, ¿y qué decir del sucesor de Trichet en noviembre próximo, el actual gobernador del Banco de Italia, Mario Draghi? Esto: que se pondrá al frente de una institución que, junto con la del Tesoro italiano, está siendo puesta en jaque por los mercados.

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