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"La hipocresía es el espíritu de nuestro tiempo"

El escritor segoviano publica 'Alabanza', una novela en la que reflexiona sobre el futuro de la literatura y de las relaciones de pareja desde una perspectiva "antiromántica"

El escritor segoviano Alberto Olmos.- JAIRO VARGAS

J. LOSA

Alberto Olmos (Segovia, 1975) dispara y luego pregunta. La bocaza de este hooligan de la crítica literaria patria no entiende de medias tintas y despacha fobias ante la grabadora con la misma soltura que un escolapio farfullando el Avemaría. Ahí va una de aperitivo: "Cuando un escritor que va de rojo o comprometido se presta a salir en El País Semanal vestido de Armani, sabes que todo está perdido, es el fin".

Un fin -el de la literatura- en el que Olmos sitúa al protagonista de su última novela, Alabanza (Random House). Sebastian, que así es como se llama el pájaro, es un escritorzuelo de segunda que, si bien alcanzó cierto prestigio como cuentista, cayó en desgracia tras perpetrar un best seller considerado por los popes de la crítica como paradigma del "detritus literario" consumado en décadas. Ahí es nada.

Sebastian, más hundido, apocalíptico y neurótico que nunca, huye de la civilización a un pueblo aislado con el objetivo de escribir algo decente que restituya el crédito literario perdido. A su lado, al menos físicamente, está Claudia, su pareja, con quien mantiene una estrecha relación basada en los firmes cimientos de la incomunicación y el cinismo.

"Me apetecía escribir una novela contra la idea romántica del amor, hay quien no puede vivir con la certeza de que en realidad no está con el único hombre o mujer de la Tierra para el que estaba destinado, de que las parejas se forman por azar y hay miles de hombres y mujeres que podrían ser igualmente empáticas contigo", explica el autor.

Así, la novela comienza con un rotundo: ‘No estoy enamorado de ti', aseveración que, lejos de preceder a una escena de ruptura, queda dicha sin aspavientos, de forma rutinaria, dando a entender con sarcasmo que la idea de pareja es un accidente, una mera conveniencia que poco o nada tiene que ver con las melindrosas postales hollywoodienses ricas en tortolismo. Auge y decadencia de la literatura

Las ínfulas literarias de Sebastian se dan de bruces ante un mundo maquinado por Olmos del que ha desaparecido la literatura. "El abismo de Sebastian es el abismo que yo imagino para la literatura, un mundo en el que no existen los libros ni el medio literario tal y como lo conocemos".

Los motivos de tan honorable deceso el autor los tiene claros: "La crisis, un modelo de ocio avasallador a base de una televisión aliada con la tecnología y el hecho de que la lectura sea una actividad que demanda cierto esfuerzo; uno puede sentarse frente al televisor y verse todas las temporadas de Breaking Bad hasta desfallecer, pero no puede leer durante 10 horas seguidas un libro".

Pero por encima de todo Olmos señala a los escritores como principales sospechosos de ese declive de lo literario: "No se puede escribir ni para tener razón ni para dar la sensación de tenerla, la literatura es duda, la literatura es: ‘no entiendo el mundo y voy a ver si me aclaro'. Escribir no es una actividad floral".

Resumiendo, para Olmos el escritor debería enfangarse, levantar el culo de la poltrona y abandonar de una vez por todas su zona de confort. "Hay ciertas novelas sobre la crisis que se escriben desde una perspectiva en la que el escritor es un santo que pertenece a un mundo privilegiado y bueno que es el mundo de los libros. Desde ahí se permiten el lujo de juzgar a banqueros y policías. Pero, ¿qué les da esa superioridad moral?, ¿el mundo literario?. Una novela que se precie y que aborde la crisis debe manchar un poco al narrador". Según el segoviano, "los escritores no son santos, también defraudan a hacienda, también ningunean, también vetan a otros autores en sus periódicos de cabecera". El papel del narrador

"¿Qué diferencia hay entre el compromiso del escritor y el márketing?", se pregunta el autor de Ejército enemigo cada vez más crecido. "Muchos escritores optan por hacer novelas sobre la crisis por pura conveniencia y eso les da mucho prestigio, pero es un falso prestigio desde mi punto de vista. La hipocresía es el espíritu de nuestro tiempo, no hay duda".

Para evitar confusiones Olmos apuesta por un escritor que no se signifique en exceso, mejor dicho, que no lo haga más que el panadero o el portero. "Si te soy sincero, no creo que la política le esté haciendo bien a la literatura, pero claro, si dices algo así enseguida te dirán que eres un fascista, en este país o eres del 15-M o eres un fascista".

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