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A la hoguera con las películas

Los ojos de Ariana narra cómo se salvó de los talibanes el archivo fílmico de Afganistán

SILVIA R. TABERNÉ

Podréis quemarlo todo, pero la hierba volverá a crecer. Con esta moraleja poética arranca el documental Los ojos de Ariana, ópera prima de Ricardo Macián. Puede sonar a esperanza ingenua aplicar esta sentencia al Afganistán contemporáneo, arrasado en varias ocasiones, pero es que siempre hay alguien dispuesto a sembrar el terreno quemado, hasta en las situaciones más extremas: el filme, que se estrena el viernes, cuenta cómo unos trabajadores de laFilmoteca Nacional de Afganistán salvaron de la destrucción talibán el archivo fílmico nacional, escondiéndolo en dobles techos.

Ricardo Macián había recorrido como periodista varios conflictos bélicos desde la primera guerra del Golfo, pero Afganistán, lugar al que viajó en 2001 tras declararse la guerra contra el terrorismo, marcó un punto de inflexión en su carrera. 'Llama la atención lo acostumbrada que está la gente a la guerra. Sin embargo, me sorprendió aún más las similitudes culturales que tenemos con ellos' .

Sí, hablar de cultura en un país dedicado, en cuerpo y alma, a la guerra en las últimas tres décadas puede parecer un objetivo banal, pero Macián se explica: 'Estamos hablando de personas, de trabajadores que arriesgan su vida en pleno terror talibán'.

Los ojos de Ariana podría ser, por tanto, un thriller cultural: cómo ocultar 6.000 rollos de metraje en un país en el que el cine está prohibido. 'Nos dijeron que si no quemábamos todas las películas lo harían ellos. Y a nosotros nos quemarían en la misma hoguera', recuerda Said, uno de los trabajadores de la filmoteca, al hablar de un régimen que convirtió la represión en arte: también estaba prohibido bailar, mirar a las mujeres y, redoble de tambores, ¡el cantode los pájaros!

¿Mereció la pena correr tanto riesgo para salvar de la quema unos rollos? Sí, explica Marcían, porque eran algo más que películas. 'El archivo es la historia de Afganistán. Sin historia no hay ni país ni sociedad. Las películas se han salvado una vez, pero siguen allí. Y los talibanes acechan', advierte.

‘kandahar’ (2001)
Cuando a nadie le sonaba la palabra talibán el director iraquí Mohsen Makhmalbaf denunció en las pantallas la difícil situación de la mujer en esos años.

‘Osama’ (2003)
Ganadora de la Espiga de Oro del Festival de Valladolid, ‘Osama’ retrata la vida de una niña que se hace pasar por un niño para ayudar a su familia.

‘Buda explotó por vergüenza’ (2007)
Baktay quiere ir a la escuela. Por el camino se encuentra con unos niños que la acosan: quieren lapidarla, al estilo talibán, o dispararla, como hacen los americanos.

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