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Una horrorosa Francia da la razón a los críticos

Reuters

Aquellos que desde un comienzo sugerían que la selección de fútbol de Francia no debía estar en el Mundial de Sudáfrica pueden estar con una sonrisa engreída en el rostro ante la posible pronta vuelta a casa de los "bleaus".

Una poco inspirada presentación en el empate 0-0 con Uruguay la semana pasada y otra realmente horrorosa en la inesperada derrota por 2-0 frente a México el jueves dejó a los subcampeones de 2006 bajo la amenaza de otra rápida eliminación tras el fracaso en la Eurocopa 2008.

Francia hizo una decepcionante campaña en la eliminatoria, que culminó con una controvertida victoria en la repesca frente a Irlanda tras la tristemente célebre mano de Thierry Henry.

Sólo por esa razón, muchos sentían que Francia no merecía estar en la Copa del Mundo. La actuación de los campeones mundiales en 1998 en los dos primeros partidos no ha cambiado en nada esa impresión.

Inofensiva en ataque, torpe en el centro del campo y tambaleante en defensa, Francia pareció una sombra del equipo que dominó el mundo del fútbol hace sólo una década y que sorprendió nuevamente a sus seguidores llegando a la final en Alemania 2006.

En una fría noche en Polokwane, los franceses fueron simplemente superados por un equipo mexicano que mostró un juego rápido y simple al que los "bleaus" no pudieron dar respuesta, creando sólo una posibilidad real de gol en los 90 minutos.

Aun tienen un partido por jugar, frente a Sudáfrica la próxima semana en Bloemfontein, y teóricamente podrían salvar el pellejo.

Sin embargo, es poco probable dado que un empate entre Uruguay y México, que lideran el grupo A con cuatro puntos cada uno, enviaría a los franceses a casa incluso aunque derroten a los anfitriones.

NINGÚN ZIDANE

Desde que llegaron a Sudáfrica, los jugadores franceses y su entrenador, el controvertido Raymond Domenech, han continuado diciendo que el equipo podría llegar lejos.

A diferencia de la Eurocopa 2008, cuando un ambiente terrible estropeó su campaña, el equipo parecía estar unido y desesperado por recuperar su orgullo, lo único por lo que en realidad pueden luchar ahora.

El problema es que la actitud por si sola no gana partidos y la ausencia de un Zinedine Zidane, el mago que se retiró tras ser expulsado por una agresión en la final de 2006 que pudo haber costado el título a Francia, seguramente se ha sentido en las canchas de Sudáfrica.

Muchos hinchas franceses dicen que Domenech, quien nunca ha ganado algo como entrenador o hecho algo que le dé popularidad, es la razón por la cual Francia ha perdido su toque mágico.

Henry, máximo goleador de Francia con 51 goles en 122 partidos con la camiseta de los "bleaus", debiera haber jugado contra México, dirán, sin mencionar el hecho de que el jugador de 32 años claramente ya no está en su mejor forma.

Domenech, quien comenzó la Copa del Mundo con una audaz formación 4-3-3 antes de volver a su habitual y más cauto sistema 4-2-3-1, puede haber tomado algunas decisiones erradas.

El problema real de Francia es que se ha perdido una generación única de jugadores liderada por el gran Zidane y no ha sido reemplazada.

Laurent Blanc, que reemplazará a Domenech tras la Copa del Mundo, primero debe buscar nuevas gemas si quiere devolverle nuevamente el orgullo a su equipo.

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