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Una huelga general sin incidentes paraliza Portugal

Los sindicatos califican la movilización de éxito, mientras que para el Gobierno fue un fracaso

MARIO DUJISIN

“Portugal no es Grecia”, ha sido el argumento esgrimido hasta la saciedad por los gobernantes conservadores de Lisboa para tranquilizar a la troika (la UE, el FMI y el Banco Central Europeo) y a los omnipotentes mercados financieros. En efecto, excepto algunas escaramuzas con la Policía protagonizadas ayer por jóvenes “indignados” durante la jornada de huelga general, la protesta de los portugueses poco o nada tiene que ver con la furia de los griegos.

Las dos centrales sindicales lusas calificaron la huelga como una de las mayores movilizaciones desde la llegada de la democracia en 1974, mientras para el Gobierno fue un fracaso entre los funcionarios públicos, con un seguimiento cercano al 10%. La movilización fue convocada en defensa de los derechos laborales amenazados por los Presupuestos Generales para 2012, que estipulan recortes salariales, aumento de la jornada laboral, eliminación de las pagas extras de navidad y vacaciones, reducciones en los ingresos de los jubilados y fin del acceso gratuito a la salud.

La adhesión fue “elevadísima y diversificada” en el sector privado, aseguró el secretario general de la Central General de Trabajadores de Portugal, Carvalho da Silva, en un balance realizado ante miles de manifestantes que se congregaron frente al Parlamento, donde señaló que los puertos, aeropuertos, el metro, las conexiones fluviales, transportes ferroviarios y aéreos “no han funcionando”.

Su homólogo en la Unión General de Trabajadores (UGT), João Proença, destacó también la paralización del servicio de correos, los empleados municipales, hospitales, escuelas y universidades, y concluyó con un mensaje para el primer ministro, Pedro Passos Coelho: “No es la troika la que gobierna Portugal”.

La huelga no fue ayer la única mala noticia para el Gobierno luso: la agencia de calificación Fitch rebajó la nota del país hasta el nivel de bono basura y hundió el mercado portugués.

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