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"Ike" causa muerte y destrucción pero no apaga el buen humor de algunos cubanos

EFE

El huracán "Ike" ha dejado en Cuba muerte y destrucción y hay millones de cubanos que hoy tratan de rehacer sus vidas, pero no ha podido apagar el humor de algunos isleños, que lo han bautizado como "El leñador".

Alberto Cárdenas explicó a Efe en la ciudad oriental de Camagüey que "ese monstruo se ensañó con los árboles; ha sido como un leñador dispuesto a ganar una competición".

Otros habitantes de Camagüey, por donde no pasaba un huracán devastador desde 1963, comentaron que el "Ike" ha traído graves problemas para su economía doméstica y ha trastornado su vida cotidiana.

Muchos cubanos que han perdido sus casas se muestran entre optimistas y resignados, otros están apesadumbrados y algunos manifiestan abierto escepticismo sobre la capacidad del Gobierno para reponerles la vivienda perdida.

Ramón Omar Téllez, residente en Nuevitas, a unos 85 kilómetros al norte de Camagüey, ha levantado un improvisado habitáculo con los restos de la casa que le derribó el "Ike".

"Sobre todo, salvamos la vida", explica resignadamente Téllez mientras se afana en rescatar entre los destrozos lo que pueda aún aprovecharse.

En cambio, su mujer, Coralia Bacallao, se queja de la incapacidad de las autoridades locales para dar solución al mal estado de su casa antes del huracán, y afirma: "ahora que se desplomó completa, todo va ser burocracia".

"La verdad duele, pero hay que decirla", añade Bacallao.

El presidente de la Asamblea Provincial de Nuevitas, Leonardo Fernández, ha explicado a Efe que están disponibles sólo 13.000 casas, la mitad de las cuales "en regulares condiciones de construcción".

Agrega que allí arrastraban antes del "Ike" los efectos de una tormenta que afectó hace un año a 1.194 inmuebles, de los que 54 se derrumbados, "por lo que el plan de la vivienda ha estado dirigido a atender gradualmente a esas personas".

En Camagüey, Berenice Rodríguez, de 54 años, asegura que allí no están acostumbrados a los huracanes, como otras zonas del país donde son más frecuentes.

Hasta que llegó el "Ike", solo uno de gran magnitud había afectado a esa ciudad de 320.000 habitantes: el "Flora", en 1963.

"El sentido de pertenencia que los camagüeyanos tenemos de nuestra ciudad, declarada patrimonio de la Humanidad (por la UNESCO) nos hace sentir la pérdida de muchos de sus antiguos árboles, derribados por el huracán, y los destrozos que causó a casas centenarias e instituciones de las que vivimos orgullosos", agrega Rodríguez.

Casi 68.000 personas fueron evacuadas en Camagüey antes de la llegada del "Ike" y hoy la mayoría de la ciudad está sin electricidad y el suministro de agua se presta con camiones cisterna, con prioridad a desplazados, hospitales y centros de elaboración de alimentos.

El vicepresidente del gobierno local, Luis Ynchausti, ha asegurado a Efe que la provincia sufrió durante más de veinticuatro horas la embestida del ciclón, que ocasionó graves daños aún no cuantificados y la muerte de una persona.

Flor Andújar y su esposo, Juan López, residentes en la barriada popular de La Zambrana, lamentan la pérdida de parte del techo de su modesta casa, que estaba en construcción, pero celebran el gesto de una vecina que los cobijó, y no solo a ellos, "sino también a varios viejitos que salieron huyendo de la crecida del río".

Andújar recuerda que la inundación alcanzó casi un metro y mira con desconsuelo su colchón empapado, ahora en la calle, y otros objetos que ha colocado en su maltrecho portal para que se sequen.

En la acera de enfrente, Marlene Díaz limpia el fango que arrastró la riada dentro de su casa.

"Perdí el colchón y parte de los muebles. Me ha dañado también la puerta y yo solo gano 275 pesos (once dólares) y tengo una hija que mantener", explicó.

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