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Las informaciones del 'caso Asunta' vulneraron derechos de menores

'Los chavales lo están pasando mal, están necesitando ayuda psicológica', denuncia la presidenta de la Asociación Clara Campoamor, Blanca Estrella Ruiz

PATRICIA LÓPEZ

Un periodista entra en el Instituto Rosalía de Castro de Santiago de Compostela, donde estudió Rosario Porto y su hija Asunta Basterra. Buscan a los compañeros de clase, algún amigo que pueda desvelar cuáles eran los temores de la víctima respecto a sus padres, ahora acusados de su asesinato. Logra acercarse a ellos, obtener declaraciones. 'Vulneran -en opinión de la presidenta de la Asociación Clara Campoamor, Blanca Estrella Ruiz- los derechos de los menores a los que hay que proteger en este tipo de casos. Hay unos límites'.

Así lo dice el Código Deontológico de los periodistas aprobado en 1993. En concreto, en su artículo 6, habla de 'abstenerse a entrevistar' a los menores, además de aportar cualquier tipo de dato sobre ellos. Según la presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid, Carmen del Riego, 'hay que actuar con extremo rigor cuando la información atañe a menores. Siempre tiene que existir el consentimiento de los padres y aun así hay que tener precauciones. Los niños están indefensos, ni ellos tienen la capacidad de discernir hasta qué punto están imaginando o contando algo que han vivido'.

El temor de la Asociación Clara Campoamor se acrecienta con el levantamiento del secreto de sumario. Hay referencias a conversaciones que Asunta tuvo con sus amigos y con padres de estos. Según Carmen del Riego, 'el juez ha tenido que tomar medidas antes del levantamiento para salvaguardar los nombres, apellidos y otros datos. A partir de ahí los medios podríamos difundir esas declaraciones, utilizando iniciales por ejemplo, omitiendo cualquier tipo de dato que contribuya a identificar al menor'.

En este caso, asegura Blanca Estrella Ruiz, 'los chavales lo están pasando mal, están necesitando ayuda psicológica. Vamos a requerir a la Xunta de Galicia que cree un equipo de psicólogos especializado en atención al menor que asista a los compañeros de Asunta. En estos momentos sólo hay uno y no está siendo suficiente'.

Le repercusión mediática del caso también les pasa factura. Vicente Garrido Genovés, psicólogo y profesor de criminología en la Universidad de Valencia, aclara que 'los menores pasan por dos fases, una primera de incredulidad, en la que domina una especie de aturdimiento emocional, que suele durar, según cada niño, días o semanas. Pero en la medida de que hay una investigación en la que se pide su colaboración y una repercusión mediática y en sus propias familias, se puede prolongar la segunda etapa de tristeza y consternación'.

Sin embargo, puntualiza este experto, 'si ellos se ven con una capacidad de colaborar haciendo memoria, por ejemplo, de participar de alguna manera en la resolución del caso, puede ser una forma positiva de afrontar el problema'. 'Pero claro, es diferente que esto lo hagan unos investigadores o sus padres en conversaciones con ellos que abordarlo con un periodista. Ir con una cámara a recoger testimonios de menores en este caso entra dentro de la ética de cada medio de comunicación. Personalmente, creo que excede los límites de la libertad de información', concluye.

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