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Injusticia a la vista

Exhumación. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica desentierra en una fosa en Milagros (Burgos) 42 cuerpos fusilados y ocultados por los falangistas en 1936

DIEGO BARCALA

No es envidia, rencor rural o rivalidad familiar. Lo que representan 42 esqueletos superpuestos en dos filas paralelas de 15 metros junto a una carretera es la imagen de la injusticia. La investigación de la fosa común abierta el pasado lunes en Milagros (Burgos) revela que la violencia desatada en la comarca de Ribera del Duero en el verano de 1936 tuvo un objetivo claro: matar y rematar para vencer por mucho tiempo. Y esa victoria de los asesinos sobrevuela todavía hoy. A pesar de que en apenas una veintena de pueblos hay 1.200 alcaldes, concejales o destacados sindicalistas fusilados en dos meses, la versión popular castellana mantiene que en la guerra hubo más venganzas personales que asesinatos políticos.

A los nietos de Jacinto Herráiz les han contado durante toda su vida que fue la envidia lo que dejó a su abuela viuda, embarazada y con seis hijos. 'En nuestra casa no se ha contado nunca nada. Lo que dicen de la victimización social es verdad. En mi casa ocultaban que el abuelo había sido fusilado, porque ser de izquierdas era más deshonroso que haber robado', cuenta a pie de fosa, como portavoz familiar, José Ángel Herraiz, acompañado de su hermano y su primo. La versión familiar heredada de la muerte de su abuelo en 1936 decía que a Jacinto Herráiz le habían fusilado por estar pluriempleado.

'Era muy alto y eso le servía para limpiar cubas grandes. Al parecer era un trabajo de especialistas, porque sólo había cinco en Aranda de Duero. Era muy trabajador y resulta que le acusaron de acaparar trabajo. Eso, según mis tías, le creó envidias', relata Ángel Pérez, primo de José Ángel, que le interrumpe: 'Eso nos dijeron, pero cuando tiramos del hilo, descubrimos que era sindicalista. Rascamos un poco más y resulta que tuvo un papel destacado en la defensa de los trabajadores. Y preguntando otro poco, resulta que el abuelo estuvo en primera fila en la manifestación del primero de mayo. Vamos, que era más rojo que rojo. ¿Y cómo no iba a trabajar mucho, con seis hijos?'.

El despliegue montado por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) junto a la sociedad científica Aranzadi para la excavación ha llamado la atención de vecinos y curiosos. La fosa está junto a un pequeño camino asfaltado que hasta bien entrada la década de 1960 era la N-I. La carpa sobre el agujero y la veintena de colaboradores a las órdenes del médico forense Francisco Etxeberria denotan un trabajo intenso, que ya en la primera mañana de trabajos destapó casi 23 esqueletos.

Los cuerpos están agrupados y fueron tirados a la zanja en grupos. A la hora de comer, Etxeberria decide hacer un resumen de lo hallado: 'Vamos a dar algún dato de esta historia que, a simple vista, refleja una gran injusticia. Hemos encontrado objetos significativos, como un lápiz, unas gafas y munición de fusil y de pistola'.


A Ángel Pérez le da un vuelco al corazón: 'Me gustaría añadir una historia que podría ser útil. A mi abuela le contaron que el barrendero municipal fue obligado a venir a echar cal sobre los cadáveres a la mañana siguiente. Cuando llegó, al parecer mi abuelo estaba vivo y pedía agua y uno le remató. ¿Eso lo harían con pistola, no?'. Etxeberria calla. Desde su punto de vista científico, duda de todo aquello que no se pueda probar. Sin embargo, a los nietos de Jacinto, los huesos de los muertos, entre ellos, su abuelo, les han sacado las lágrimas. 'No pedimos nada. Nos conformábamos con un monolito, pero esto ya es increíble', expresa José Ángel.

En sus cabezas aparecen las historias del sufrimiento de su abuela, que sus padres les contaron a hurtadillas. 'Cuando se enteró de que lo iban a matar, recurrió al cura. Al parecer este religioso era sensible a lo que estaba ocurriendo e intentó parar los fusilamientos. Le llamaban el cura bolchevique. Un día les dijo a los falangistas que se estaban llevando a las mejores familias de Aranda. Y le tiraron por las escaleras. Cuando fusilaron a mi abuelo le ofrecieron una pensión y ella respondió: La sangre de mi marido no se paga con dinero. Mi abuela, con seis hijos, se tuvo que poner a vender arena para lavar ropa', recuerda con congoja José Ángel.

Los restos encontrados por el equipo de Etxeberria están incompletos. Falta un cráneo y una tibia. Los tiene desde hace dos años en su casa el miembro de la ARMH José María Rojas. En el proceso de búsqueda de la localización exacta de la fosa, Rojas acudió con un pico y una pala al lugar al que llevaban todas las pistas. Sobre todo, el testimonio de la hija viva del caminero de Milagros que cavó las zanjas. 'Me dijo que eran tan profundas que si se metía dentro no se le veía, así que no hay duda de que fue él quien cavó', explica. En el proceso de esa primera prueba se topó con los huesos. A los pocos días apareció una pareja de la Guardia Civil con una denuncia del Ayuntamiento de Milagros por 'expolio arqueológico'. Tomaron el cráneo y la tibia y después de hacer la prueba del carbono 14 y comprobar que eran de la Guerra Civil, le devolvieron los huesos.

La denuncia del alcalde de Milagros demuestra la animadversión que las exhumaciones de la ARMH provocan aún en algunos burgaleses. Más difícil de explicar es que los impedimentos los ponga un juzgado. Antes de abrir la fosa, la asociación denunció el hallazgo ante el juzgado. Tras aceptar la denuncia, ningún juez se ha pasado por el lugar donde aparecen 42 cuerpos con heridas de bala. La ARMH quiere ejemplificar con la exhumación de Milagros el desamparo que viven las familias de las víctimas del franquismo, a pesar de la aprobación de la Ley de la Memoria en 2007. Por eso han convocado hoy en el lugar a los diputados miembros de la comisión de Justicia del Congreso de los Diputados. Quieren demostrar la ineficacia de la ley para la recuperación de los restos de los fusilados.

El equipo científico de Aranzadi, todo un lujo por su preparación y experiencia, apenas cobra la estancia de 10 días por la costosa exhumación. La subvención que la ARMH ha recibido del Ministerio de Presidencia no alcanza para más. Para la identificación con ADN de los cuerpos tendrán que pedir otra ayuda. Será el año que viene, cuando muchos de los hijos de los fusilados ya habrán fallecido, por su avanzada edad.

Los enterrados en Milagros provenían de la cárcel de Aranda. No hay muchos documentos que ayuden a su identificación, pero hay la certeza sobre el nombre de alguno de los presos que aquellos días fueron llevados a su fusilamiento. Entre los nombres aparece el de Marino Vela Arroyo, de 25 años, vecino de Pardilla. Marino era abogado, militante del Partido Comunista. Su nombre aparece en un libro editado en 1973 de Pablo A. Cobos, Antonio Machado en Segovia, vida y obra. Vela es descrito por Cobos como un alumno aventajado del poeta, matrícula de honor en todas las asignaturas, al que Machado dedicaba un trato preferencial por sus dotes artísticas. En una antigua fotografía que se conserva de Marino aparece con Machado y el resto de alumnos de su clase de bachillerato.

Socialistas, comunistas, políticos o simples trabajadores. Todos republicanos y caídos en zona rebelde y violenta, pese a que el frente no estuvo en ningún momento cerca de la capital de los autodenominados 'nacionales' en Burgos. 'Lo que ocurrió aquí no fueron venganzas. Todos a los que mataron estaban relacionados con el Frente Popular. Alcaldes o concejales, se los cargaron a todos', explica el miembro de la ARMH José Ignacio Casado.

Como ejemplo, Casado cita la historia de otro de los posibles miembros del grupo fusilado en Milagros, Ricardo Aguayo. 'Era el presidente provincial de los jurados mixtos que mediaban las relaciones contractuales entre los sindicatos y la patronal. Por su posición era un objetivo y le mataron junto a sus dos hijos. ¿Venganzas? Es posible, pero hay casos en los que está claro cuál era el objetivo'.

De los Aguayo sólo se salvó Fermín, de 13 años, uno de los hijos de Ricardo. Acabada la guerra, Fermín huyó del pueblo con su madre y su hermana. Su huida le llevó a París, donde cursó estudios de pintura que le condujeron al éxito como pintor.

La obra de Fermín Aguayo fue expuesta en 2007 en el Centro de Arte Reina Sofía. Poco antes de morir, decidió enfrentarse a su pasado, en la década de 1970. Volvió al pueblo de su padre, Sotillo, y el parecido físico con sus hermanos fallecidos hizo correr el rumor en el pueblo de que uno de los hijos de Ricardo Aguayo se salvó del fusilamiento.

Aguayo perdió de forma prematura a su madre y su hermana, pero pudo huir del pueblo y rehacer su vida. No tuvo la misma suerte la familia de Gonzalo Martínez, de 51 años, vecino de Vadocondes. Es muy probable que un esqueleto encontrado en la excavación, cuyos huesos denotan que estaba en crecimiento en el momento de morir, sean los de su primo, Fidencio Martínez, que tenía 16 años cuando fue fusilado. 'Lo único que queda de él es una carta que envió el 28 de agosto desde la cárcel de Aranda en la que pide ropa y un peine', explica Martínez. Los únicos que se salvaron de su familia fueron los que aceptaron ir al frente. 'Se ve que cambiaron el chip y decidieron que era más útil llevarlos a primera línea del frente de Teruel. Allí no se salvaba nadie. En mi pueblo, Vadocondes, mataron al 3% de una población de 500 habitantes', explica.

El porcentaje de fusilados en cada pueblo de la comarca oscila entre el 1% y el 3% de las poblaciones. Los datos y la imagen de la fosa abierta son lo que mejor refleja la magnitud de aquella matanza.

La visión extranjera también ayuda. Toda la excavación es filmada y registrada por periodistas de medios extranjeros. 'Es increíble que esta imagen se vea en un país europeo en pleno siglo XXI. Es propio de Guatemala o de Kosovo', reflexiona la periodista de la televisión pública británica BBC Sue Lloyd-Roberts. Durante un mes prepara un reportaje sobre las dos caras que para los británicos tiene la España de 2009. La visita a Milagros estuvo precedida de otra a los San Fermines. 'Hemos estado en Torremolinos, donde van un montón de británicos en busca de fiesta, sol y mar, y al día siguiente hemos filmado la exhumación de San Rafael. Queremos mostrarles la parte de atrás de la fiesta', explica la periodista.

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