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Una intervención militar en Siria implicaría a Irán y Hizbolá

Las protestas han llevado a Damasco a un punto sin retorno, pero los riesgos son enormes

MIGUEL CORDERO

Ocurra lo que ocurra, ya nada volverá a ser igual en Siria. La ola de protestas ha conducido al país a un punto sin retorno. Incluso si el régimen consigue esquivar la crisis y las manifestaciones se atenúan, las concesiones efectuadas y las reformas comprometidas por el presidente Bashar al Asad darán a Siria una fisonomía completamente nueva. El ministro de Exteriores sirio, Walid al Moallem, alardeó de que el país se convertirá en 'un ejemplo de democracia sin precedentes' en toda la región, lo que, sin duda, supondría en sí mismo un cambio extraordinario, ante la actual falta de libertades civiles y de márgenes de participación ciudadana.

La consecución de ese proyecto pasa por que la oposición participe en el diálogo nacional que proponen las autoridades. Pero sólo una parte de la disidencia está dispuesta a negociar con el régimen, y con condiciones: 'Fin de la represión, liberación de todos los presos políticos y garantizar el derecho a la manifestación', subraya el destacado opositor Michel Kilo.

La mayoría de los grupos de oposición rechaza cualquier tipo de negociación

En cambio, bajo el pretexto de los 'grupos armados' y 'salafistas', el Ejército sigue desplegándose por todo el territorio nacional y el número de muertos, heridos y detenidos continúa creciendo. Y la mayoría de los grupos opositores, como la Unidad de Coordinación de la Revolución Siria y la Coalición de Jóvenes 15 de Marzo, rechaza cualquier tipo de negociación y sólo contempla la caída del régimen.

Las posibilidades de éxito de un diálogo nacional son escasas porque el pulso entre el régimen y los manifestantes no remite. No obstante, los especialistas apuntan hacia el Ejército como un elemento que podría decantar la balanza del lado de los manifestantes. 'El posicionamiento de los oficiales y altos mandos jugará el papel principal si desacatan las órdenes y se unen al pueblo', afirma el analista Farayy Shulhub en As-Sabel.

Otro componente que fortalecería la postura de los manifestantes sería el apoyo de la clase alta siria, hasta la fecha del lado del régimen. Según el economista Lahcen Achy, 'es fácil para los pobres y los excluidos apostar por una situación que esperan sea mejor. Sin embargo, resulta más complicado para la clase adinerada, ya que tiene mucho más que perder'. Aun así, las ingentes pérdidas que están sufriendo hacen prever al analista político Salim Nassar que 'empresarios y fabricantes se movilicen en este ramadán'.

'Antes del final del ramadán, se acabará la historia', asevera un joven opositor

Para muchos, el mes de ayuno de los musulmanes, que comenzó a principios de agosto, será determinante. 'Más rezos en la mezquita equivale a más manifestaciones. La presión contra el régimen será insoportable. Antes de que termine el ramadán, se acabará la historia', asevera Mohamad, un joven opositor de Damasco. Una opinión ampliamente extendida entre la población local.

La comunidad internacional intenta forzar la situación en Siria, pero las sanciones aplicadas contra Damasco no son suficientes para forzar un cambio democrático. 'Puede que funcionen y puede que no', llegó a reconocer el portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Mark Toner. Al fin y al cabo, Siria tiene una amplia experiencia en bloqueos económicos desde Occidente.

Si a través de la vía financiera la presión no funciona, la intervención militar aparece en el abanico de opciones de las potencias occidentales y Francia es uno de los países que abogan por esta arriesgada estrategia, igual que hizo en Libia. 'No deseamos una política de doble rasero [en cuanto a las revoluciones árabes]', dijo a principios de junio el ministro de Exteriores francés, Alain Juppé, en referencia a que la operación de la OTAN en Libia también debería ser aplicable en Siria. La réplica de Damasco fue airada: 'Juppé vive las fantasías del antiguo colonialismo francés', declaró su homólogo sirio, Walid Al-Moallem. Pero el presidente de EEUU, Barack Obama, y el primer ministro turco, Racep Tayyip Erdogan, discutieron recientemente la posibilidad de crear una zona de exclusión aérea en Siria, como ocurrió en primera instancia en Libia.

Pese al anuncio de Rusia y China de que vetarán en el Consejo de Seguridad cualquier intervención militar en Siria, las alarmas están encendidas después de la condena de ese organismo decisorio de la ONU contra las violaciones de los derechos humanos en Siria. Todos los sectores sociales del país coinciden en que este sería el peor de los escenarios posibles. 'Con sus actuaciones, el régimen está favoreciendo una intervención extranjera, algo que todos rechazamos', advierte el activista opositor Mazen Darwish.

Los riesgos de una aventura atlantista en Siria son enormes. 'Israel y EEUU saben bien que una intervención militar no se circunscribirá exclusivamente a Siria. Involucrará al menos a sus aliados libaneses de Hizbolá, la resistencia palestina e Irán, lo que conformaría un complejísimo escenario bélico', explica el analista Tahsin al Halabi. Entre los expertos se prevé que, de producirse una operación militar aliada, Turquía serviría de puerta de entrada para la OTAN.

Por eso, fuentes iraníes de Defensa advirtieron en el diario libanés Al-Akhbar de que, 'si Ankara utiliza su territorio para que se clone en Siria el escenario de Libia, las Fuerzas Armadas iraníes bombardearán las bases norteamericanas y cualquier presencia de la OTAN en territorio turco'. 'Las pérdidas pueden ser devastadoras', añade Al Halabi, quien recuerda que Trípoli se quedó sin aliados. Damasco, no.

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