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Un islamista moderado, nuevo presidente de Somalia

Reuters

El líder islamista moderado jeque Sharif Ahmed juró el sábado el cargo de presidente de Somalia y se comprometió a terminar con el largo conflicto que aqueja a la nación del cuerno de África, acabar con la piratería en sus aguas y controlar a los insurgentes de línea dura.

Varios analistas dicen que Ahmed tiene una posibilidad real de reunificar al pueblo somalí dadas sus raíces islamistas, el apoyo del Parlamento y la sensación en países occidentales que se mostraban hostiles de que se le debería dar una oportunidad para estabilizar el país.

"En cuanto a los temores internacionales por la piratería y la interpretación errónea del islam, tomaremos medidas concretas", dijo el nuevo presidente tras jurar el cargo en el mismo salón de conferencias en el que se firmó un acuerdo de paz para incorporar la oposición al poder.

Hay una sensación generalizada tanto dentro como fuera de Somalia de que reconciliar a los 10 millones de habitantes que se han visto atormentados por la violencia y la anarquía durante 18 años es una tarea monumental.

"Lo que tiene por delante, en el mejor de los casos, es un proceso político dolorosamente lento dirigido a preparar una coalición de centro, una entidad local o un líder cada vez", dijo el experto en Somalia John Predergast, copresidente del grupo estadounidense Enough Project.

En la capital de Somalia, Mogadiscio, había algunas señales esperanzadoras después de que Ahmed fuera elegido en una sesión parlamentaria celebrada en el vecino Yibuti ante los temores sobre la seguridad en el país.

Varias personas lanzaron misiles antiaéreos en señal de celebración tras una larga vigilia ante los televisores y las radios. Por la mañana, muchos ondeaban ramas verdes para mostrar su apoyo y recorrían las calles.

"Bienvenido, Sharif, estamos cansados de la guerra. Dejad que los somalíes se den la mano", cantaba Farhia Hasa, madre de tres hijos.

Ahmed, un antiguo profesor de geografía de instituto, encabezó la Unión de Cortes Islámicas que llevó algo de estabilidad a Mogadiscio y gran parte del sur de Somalia en 2006 tras derrotar a los poderosos señores de la guerra.

Recibido bien por Occidente en un primer momento, luego acusaron al movimiento de lazos con grupos terroristas y Etiopía, aliado de Estados Unidos en la región, envió tropas que invadieron el país y le derrocaron.

Ahmed tuvo que salir huyendo y creó la Alianza opositora para la Reliberación de Somalia (ARS, por sus siglas en inglés) con aliados islámicos, mientras que los insurgentes comenzaron a combatir para echar a los etíopes, que finalmente se retiraron este mes.

AMENAZA DE EXTREMISTAS

El domingo el nuevo presidente volverá al mismo país que le echó para acudir a la cumbre de la Unión Africana en la capital etíope, Adis Abeba. Luego volverá a Mogadiscio para intentar formar un gobierno de unidad nacional, y ya aseguró que no tolerará abusos de poder y tratará a sus vecinos con respeto.

"Reduce la huella etíope y vuelve a poner a los somalíes al frente", dijo un diplomático occidental, que señaló que los combatientes islamistas también deberían dar una oportunidad a Ahmed.

Al Shabaab, que figura en la lista de grupos terroristas extranjeros de Estados Unidos, dijo poco antes de la votación que comenzará una nueva campaña de ataques relámpago contra el gobierno, sin importar quien asumiera la presidencia.

Algunos líderes regionales y diplomáticos occidentales dicen que Al Shabaab es poco más que unos bandidos basados en clanes que utilizan la bandera de la religión para justificar sus crímenes.

Durante los últimos dos años, más de 17.400 civiles y un número desconocido de combatientes han muerto y 2,5 millones de personas han tenido que dejar sus hogares. Además, y un tercio de la población depende de la ayuda alimentaria, dijo un grupo somalí de defensa de los derechos humanos.

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