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Israel recuerda el asesinato de Rabín con temor a nuevos magnicidios

EFE

Israel recuerda mañana el asesinato hace trece años de su entonces primer ministro, Isaac Rabín, con el temor de que la extrema derecha cometa nuevos magnicidios para frenar, como entonces, el proceso de paz con los árabes.

El aumento en los últimos meses de la violencia de colonos contra soldados y policías israelíes, y la radicalización de su discurso contra el Estado judío, ha resucitado el fantasma de que usen sus armas para evitar la evacuación de los asentamientos e impedir que Israel pague un precio a cambio de la paz.

A tres meses de las elecciones generales anticipadas y en vísperas de la conmemoración de la muerte de Rabín, el Shin Bet (servicio secreto interno israelí) ha prevenido del riesgo de que los radicales recurran a la violencia para hacer descarrilar de nuevo un proceso negociador que ha tardado años en reanudarse.

El director del Shin Bet, Yuval Diskin, advirtió durante el fin de semana al Gabinete de Ministros que los extremistas, núcleo duro del conocido como "sionismo religioso", "están muy dispuestos a utilizar la violencia -no sólo piedras sino armas de fuego- para impedir o frenar un proceso diplomático" con los palestinos.

Como primera medida, el Gobierno ha anunciado el cese inmediato de todo apoyo "directo o indirecto" a aquellos asentamientos en Cisjordania que Israel considera ilegales, una medida duramente criticada por las organizaciones de la extrema derecha.

Los frentes abiertos por el Gobierno para lograr la paz con Siria y los palestinos, en negociaciones que ponen sobre la mesa la devolución de territorios ocupados (Cisjordania, Gaza, Jerusalén Oriental y los Altos del Golán), son uno de los puntos de mayor fricción con los colonos, que consideran esa tierra parte del Gran Israel, que pertenece al pueblo judío "por voluntad divina".

La fórmula de "paz por territorios" fue precisamente por la que apostó Isaac Rabín, cuya férrea defensa de la paz en su segundo mandato como jefe del Gobierno le valió ser asesinado el 4 de noviembre de 1995 por el extremista religioso Yigal Amir.

El ministro de Infraestructuras, Benjamín Ben-Eliezer, recordó que la línea de pensamiento de los colonos extremistas es "mesiánica, mística, satánica e irracional"; la misma que llevó a Amir a apretar el gatillo contra el primer ministro tras un mitin por la paz en Tel Aviv.

Los responsables de las distintas instituciones se echan unos a otros la culpa de la manifiesta impunidad con la que actúan los violentos, que en los últimos días han herido a varios soldados tirándoles piedras y hoy quemaban banderas palestinas en la conflictiva ciudad cisjordana de Hebrón.

La Policía culpa a los tribunales de impedirles detener a los sospechosos, mientras la Fiscalía acusa al Parlamento de retrasar la aprobación de leyes que facilitarían imponer penas mayores a los instigadores y al Ejército de no usar las órdenes administrativas que les permiten limitar los movimientos a los extremistas.

Para Diskin, la violencia de los grupos derechistas "ha subido a un nivel superior", y éstos están llevando a cabo una política que consiste en vengarse de cada evacuación forzosa que el Ejército imponga a los que se conocen como "puestos avanzados", colonias de casas prefabricadas con las que los colonos van avanzando en su ocupación del territorio palestino.

El analista de Defensa Amos Harel aseguró hoy en el diario Haaretz que "la extrema derecha ha establecido un balance del terror en el que cualquier acción del Estado dirigida contra ellos (...) genera una reacción violenta inmediata".

"La distancia de golpear y pegar patadas a soldados y policías a un asesinato político es más corta de lo que parece", advirtió.

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