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Jaque a la eurozona de la austeridad

Los interminables problemas de Atenas y la recesión amenazan con frustrar la UE que diseñan Merkel y Sarkozy

DANIEL BASTEIRO

Para la eurozona, 2012 es el año en el que las dudas existenciales pueden verse definitivamente atropelladas por los problemas más urgentes. La eurozona está inmersa en una puesta al día de su diseño original al demostrarse incapaz de resistir los embistes de la especulación contra la deuda soberana.

Con el espíritu del 'no las hagas y no las temas', el nuevo tratado que Merkel y Sarkozy quieren ver firmado en marzo creará una unión basada en la austeridad y el estricto control del gasto público. La receta no es nueva. Los países con déficit excesivo llevan reduciéndolo desde hace dos años, tras lanzar juntos un plan de estímulo para reactivar la economía tras la crisis financiera en 2008.

El BCE aparece estrangulado por las presiones políticas y su ortodoxo mandato

La falta de los resultados esperados ha puesto en jaque la estrategia. Ni los mercados se han contagiado de la confianza que según los líderes de la eurozona emana de los recortes, ni la austeridad ha resultado ser terreno abonado para el crecimiento. Al contrario, la eurozona encara el 2012 con la perspectiva de una recesión.

El viernes, Standard & Poor's dio otra bofetada al euro, golpeando de lleno a la hasta ahora intocable Francia con una rebaja de la nota de su deuda soberana, que afectó también a otros ocho países del euro, entre ellos España. El segundo rescate de Grecia está en peligro, y el BCE, la única herramienta con potencia para calmar los mercados de manera inmediata, sigue estrangulado por las presiones políticas y su ortodoxo mandato.

Las causas primeras de la crisis financiera siguen sin ser atacadas

Grecia y los bancos no se ponen de acuerdo. Tras el primer rescate del país heleno, pregonado en mayo de 2010 como el primero y el último de la eurozona, llegaron los de Irlanda y Portugal. El complejo proceso de canje de la deuda griega implica una quita del 50%, es decir, que los bancos dejen de cobrarlos para evitar una quiebra catastrófica para todo el mundo. Según el acuerdo de octubre entre los líderes del euro y el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), la operación conduciría a la deuda helena hasta el 120% del PIB en 2020. Una cifra que duplica lo permitido por el Pacto de Estabilidad, pero que acabaría con el actual riesgo de desastre.

La Comisión Europea reconoció este jueves que la cantidad de dinero público dependerá finalmente de lo que contribuyan los bancos, enfangados en un rifirrafe con Atenas sobre las condiciones del canje de la deuda. De detonante de la crisis de deuda, Grecia ha pasado a ser un problema habitual en la agenda de los responsables del euro, en parte debido a las contradictorias decisiones para solucionarlo.

Los sindicatos europeos fruncieron todavía más el ceño. Sarkozy, en apuros por la situación económica del país y sus próximas elecciones, hacía otro gran anuncio. No se trataba de la resurrección de su idea de refundar el capitalismo, sino de una reivindicación constante de parte de la izquierda: 'La consolidación presupuestaria es una de las patas sobre la que Europa debe ser construida, pero por supuesto que necesitamos una segunda pata que es la cuestión del crecimiento y el empleo', aseguró hace una semana junto a Merkel. Su renovado discurso, que incorpora un elemento más propio de su oponente en la carrera por el Elíseo, está marcado por las circunstancias. Desde las instituciones europeas hasta las agencias de calificación, pasando por un clamor de analistas, consideran como muy probable una nueva recesión. Bruselas lleva algunos meses alertando de la posibilidad, pero la ve como un mal menor ante la fiereza de los mercados. Ni las reformas puestas en marcha hasta ahora ni las que están en la agenda han fomentado el crecimiento económico.

Los grandes bancos continúan con su proceso de reestructuración y fortalecimiento de su solvencia para cumplir con las nuevas normas europeas. La regulación del sector avanza más lentamente: la tasa sobre las transacciones financieras se debate en la UE con la oposición de Reino Unido. La que fijará nuevos requisitos para las agencias de calificación de riesgos ha sido presentada, pero descafeinada por la oposición del lobby financiero. Las causas primeras de la crisis financiera, que despertó a los especuladores con deuda soberana, siguen sin ser atacadas.

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