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El jefe de BP dice que seguirá en el cargo y que ve avances

Reuters

El presidente ejecutivo de BP, Tony Hayward, dijo que no planea renunciar por el enorme derrame de crudo en el Golfo de México, mientras los esfuerzos del gigante energético por contener el derrame de crudo parecen haber logrado avances.

La presión pública y política ha estado aumentando sobre BP, con base en Londres, para que cierre un pozo de crudo en el lecho marino y asumir la responsabilidad financiera por la limpieza y los daños provocados a los pescadores, industria turística y la vida salvaje.

Hayward se convirtió en el centro de la ira de los estadounidenses con BP cuando dijo el mes pasado a los habitantes de la costa del Golfo de México: "Me gustaría tener mi vida de vuelta", un comentario que muchos consideraron insensible y que motivó especulaciones de que no sobreviviría a la crisis.

"No ha pasado por mi mente. Claramente ha pasado por la mente de otras personas, pero no por la mía", dijo Hayward al diario Sunday Telegraph en una entrevista cuando se le preguntó si ha pensado en renunciar como jefe de BP debido a las críticas por el derrame.

Dijo que entendía la frustración por el tiempo que está tomando cerrar el pozo. "Creo que la reacción es totalmente comprensible cuando ocurre algo de esta magnitud. Yo también estoy enfadado y frustrado", afirmó.

Pero BP pareció lograr algunos avances con su más reciente intento por detener el derrame -un domo de contención fijo sobre el pozo-. Dijo que había recolectado 6.077 barriles (966.000 litros) de crudo desde el pozo el viernes, el primer día en que la nueva estructura entró en operaciones.

La cifra representa apenas un tercio, o en el mejor caso la mitad, de la cantidad de petróleo que se estima que fluye desde el pozo cada día, pero es un avance en una crisis que ya lleva 48 días.

BP dijo que la tasa de desviación de crudo debería aumentar una vez que los ingenieros ajusten el equipo al pozo, ubicado a unos 1,6 kilómetros bajo la superficie del océano.

La tasa máxima de captura del pequeño aparato de contención se estimó en 15.000 barriles por día, dijo el almirante de la Guardia Costera Thad Allen, quien lidera los esfuerzos federales contra el derrame.

Se espera que el impacto sobre el medioambiente y sus implicaciones para la política energética y las normativas del sector domine los programas de debate en la televisión de Estados Unidos. Allen realizará al menos cuatro apariciones en televisión.

El Gobierno de Obama ha postergado los planes para aumentar la exploración petrolera frente a las costas como resultado del derrame.

PAJAROS MUERTOS

El petróleo comenzó a filtrarse desde el pozo después de que ocurrió una explosión el 20 de abril en una plataforma de perforación en la que murieron 11 trabajadores. Científicos del Gobierno de Estados Unidos estiman que entre 12.000 y 19.000 barriles de crudo al día han estado fluyendo hacia el Golfo de México desde entonces.

La compañía enfrenta una investigación criminal, demanda, una decreciente confianza de los inversores y cada vez más preguntas sobre su valor crediticio. El precio de sus acciones ha perdido cerca de un tercio de su valor desde el comienzo de la crisis.

BP dijo que ha gastado 1.000 millones de dólares en el derrame y ha prometido pagar todos los reclamos legítimos de quienes hayan sido dañados por el desastre. Ha postergado una decisión sobre si suspenderá el pago de sus dividendos trimestrales, a pesar de la presión política en Estados Unidos para que lo haga.

Después de contaminar los pantanos que sirven como refugios a la vida salvaje en Luisiana y las islas frente a las costas de Misisipi y Alabama, la marea negra de crudo se dirige a las famosas playas blancas de Florida, cuya economía depende fuertemente del turismo.

Un tercio de las aguas federales del Golfo de México, unos 202.582 kilómetros cuadrados, permanecen cerrados a la pesca y está aumentando la cifra de aves y animales marinos muertos o heridos, incluidos tortugas y delfines.

"BP no lo puede detener, no creo que la Armada o el Ejército pueda detenerlo", dijo Michael Penzone, un empresario en Pensacola, Florida.

Enfrentando una de sus mayores pruebas políticas, el presidente Barack Obama utilizó su discurso semanal del sábado para responder a las quejas sobre que el Gobierno no ha sido lo suficientemente agresivo en su respuesta a la crisis y a que se ha mostrado muy lejano.

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