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Kujau, falsificador de los diarios de Hitler, falsificado por una falsa sobrina

EFE

Al coleccionista de arte alemán Konrad Kujau, el falsificador que engañó al semanario "Stern" con el "sensacional" hallazgo de los diarios de Adolf Hitler, le ha salido una replicante en forma de una falsa sobrina que comerciaba con falsos dibujos suyos.

La Fiscalía de Dresde informó hoy de la apertura de un sumario sobre las actividades de Petra Kujau, quien al parecer se llama efectivamente así pero que no tiene parentesco alguno con el fallecido coleccionista aunque trataba de vender presuntas obras suyas aprovechando esa circunstancia.

A la sospechosa se le imputan 301 casos de fraude y falsificación, relacionados con la venta de otros tantos dibujos sobre los que estampaba la firma de su supuesto tío.

La Fiscalía confirmo así las informaciones aparecidas en el diario "Stuttgarter Zeitung" que, como muchos grandes medios alemanes, recuerda estos días la fenomenal plancha periodística que provocó Kajau y que dejó a "Stern" en entredicho exactamente hace veinticinco años.

Dicho semanario publicó en 1983, como sensación del siglo, el hallazgo de los presuntos diarios personales de Hitler, en los que el dictador hablaba de cosas como las relaciones con su "suegra" -la madre de Eva Braun- y todo tipo de asuntos personales.

Los escritos del dictador fueron presentados por el semanario como la mayor exclusiva periodística tras la II Guerra Mundial, a pesar de que numerosos historiadores y especialistas pusieron en duda desde el principio su autenticidad.

Finalmente se descubrió que Kujau había facilitado a un reportero de "Stern" los diarios y que recibió a cambio 9,34 millones de marcos alemanes (unos 4,5 millones de dólares al cambio de hoy), por lo que ambos debieron comparecer ante la justicia y el falsificador fue condenado a tres años de cárcel.

El escándalo, que fue relatado posteriormente con gran ironía en la película "Schtonk" (1992), provocó una auténtica crisis en el semanario y sus directores se vieron obligados a dimitir.

Lejos de enmendarse, tras salir de la prisión Kujau se dedicó a falsificar obras de artistas como Salvador Dalí o Marc Chagall, firmadas con su propio nombre bajo el del autor original.

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