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El lanzamiento mágico de Eri, la pitcher

Una mujer debuta en la Liga masculina de Japón

GONZALO CABEZA

Eri Yoshida no tiene la apariencia de un deportista habitual. Con 16 años, poco más de 50 kilos y sin llegar al 1,60, podría ser una buena timonel de embarcación, pero pocos la imaginarían encima de un montículo de béisbol lanzando pelotas para ser bateadas. A pesar de todo, la semana pasada se convirtió en la primera mujer en ser profesional de ese deporte. Japón tiene una extensa relación de amor con el bate. Hace unos días, se proclamó campeona del mundo (han ganado las dos ediciones disputadas del torneo, en el que juegan profesionales estadounidenses) y sólo el sumo supera la pasión que este deporte genera entre los nipones.

Fue un equipo de Kobe el que ha dado la posibilidad a Yoshida de enfrentarse a hombres. Para ser profesional, necesita integrarse en un deporte puramente masculino, ya que ni siquiera en Estados Unidos existen ligas femeninas. Ellas están incluidas en una disciplina similar, pero con normas diferentes como es el sóftbol. En Japón, las posibilidades aumentan. En los años cincuenta, llegó a haber una liga profesional femenina que no tuvo mucho éxito y tuvo que cerrar a los dos años. Desde hace diez, existe la opción de que las mujeres se incluyan en plantillas masculinas; pero hasta la llegada de Yoshida, no se había dado el caso.

Los lanzadores, la posición que ella ocupa, la más importante del deporte, suelen ser fornidos atletas, no pocas veces de gran altura y, desde hace unos años, en los que se prima más la potencia que la colocación o los efectos. Algunos pitchers llegan a lanzar con frecuencia a 160 kilómetros por hora, algo que, en el cuerpo de Yoshida, sería impensable.

Por eso, ella pertenece a una raza diferente dentro del mundo del béisbol: los knuckleballers, que están en peligro de extinción. En la liga profesional americana, sólo Wakefield y Dickey utilizan este modo de juego. Sus lanzamientos se articulan desde la suavidad, la colocación y los efectos más insospechados. La bola va lenta, a unos 80 kilómetros por hora, pero su movimiento es errático e imprevisible. Es un lanzamiento difícil de controlar y de ejecutar, pero efectivo cuando se es un maestro del mismo.

En Hispanoamérica, a los que lanzan así se les llama nudilleros por la extraña manera de agarrar la pelota que tienen antes de lanzar.

A Yoshida le queda un largo camino hasta la cumbre. Muchos, como la presidenta de la Asociación del Béisbol Femenino de Japón, piensan que nunca lo conseguirá. Es profesional, pero en un equipo menor que vendría a ser algo parecido a la cantera de los equipos europeos de fútbol. Yoshida se lo toma con humor. En el horizonte, sueña con alcanzar la división más alta, aunque sabe que faltan muchos escalones por subir para llegar allí.

Sólo tres deportes fueron unisex en Pekín 2008. La gimnasia rítmica, el béisbol y el sóftbol. Estos últimos son similares, casi se les podría considerar el mismo deporte, pero tienen diferencias insalvables. Las dos principales están en la pelota, más grande y menos dura para las chicas, y el modo de lanzarla. Los hombres la arrojan con virulencia y el brazo separado del tronco, girando todo el cuerpo. Las mujeres sólo mueven el brazo y mandan la bola desde la altura de la cadera.

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