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A Lanzarote no le sienta bien el verde

La calcosa amenaza con colonizar el paisaje lunar de Timanfaya

CÉSAR-JAVIER PALACIOS

El Parque Nacional de Timanfaya , una de las mejores y más espectaculares muestras de paisaje volcánico en el mundo, se enfrenta a su mayor enemigo: el color verde. Este sorprendente mundo lunar de oscuras cenizas, desolado e inhabitable, ha sido protegido con mimo durante décadas contra el ataque de infraestructuras y especuladores, pero el peligro real se ha colado por donde menos se le esperaba, oculto en el forraje de los camellos que, cansinos, transportan diariamente a los turistas por las Montañas del Fuego.

Se llama calcosa o vinagrera (Rumex lunaria), un extraño arbusto endémico de las islas canarias más lluviosas, como el Hierro. Introducido en Lanzarote por la propia Administración insular como planta forrajera, ha colonizado con una vitalidad inusitada unas tierras desérticas que, a priori, se veían imposibles de mantener cualquier tipo de vida vegetal.

Desde que en 1736 las violentas erupciones volcánicas de Timanfaya dieran paso a un silencio estremecedor, sus montañas se han considerado un gigantesco laboratorio natural. Un lugar único donde estudiar los procesos colonizadores de la vida. Pero esta planta invasora ha roto todas las reglas de la evolución natural. Ha hecho trampas. Por eso, desde su aparición en 1991, se intenta erradicarla por todos los medios, con escaso éxito, pues ya ocupa el 10% del espacio protegido.

Tras muchos años de investigación, los técnicos creen haber encontrado el método para detener el avance de tan incómodo ejército verde. Además de cortar las plantas a mano desde la base, se utilizará un fitocida que logra su eliminación sin dañar la frágil fauna del entorno.

En todo caso, como reconoce el director del Parque Nacional de Timanfaya, AurelioCentellas, 'será imposible erradicarla en algunas zonas de alta sensibilidad y difícil acceso, como el interior de los cráteres volcánicos'. '¿Qué podemos hacer?', se pregunta Victoria Eugenia Martín Osorio, botánica del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad de La Laguna. 'Debemos aprender de ella, para que no nos vuelva a pasar con otras especies', apunta.

De momento, la aparición de la planta herreña no está poniendo en peligro o desplazando a otras especies. Pero está estropeando el interés científico del Parque Nacional. 'Con su aparición nos quedamos sin saber qué otras plantas habrían podido iniciar el proceso de colonización de manera natural', se lamenta la botánica, que también considera muy importante seguir luchando contra ella, entre otras razones, para que el laboratorio natural de Timanfaya no desaparezca bajo el color verde de esta invasora silenciosa.

La calcosa no es la única planta invasora de Timanfaya. El Parque Nacional ha emprendido varias campañas de erradicación de un arbusto americano, el tabaco moro (Nicotiana glauca), presente desde el siglo XIX en todas las islas e islotes de Canarias.

El Parque también trata de librarse de una planta más propia de las macetas, el geranio (‘Pelargonium capitatum’), capaz de vivir sin agua entre las cenizas volcánicas.

La humilde aulaga (‘Launaea arborescens’) se está extendiendo de manera desproporcionada gracias a la quema diaria de decenas de kilos en el Roque de Hilario, turística demostración del calor volcánico de esta tierra, pero cuyo fuego dispersa millones de sus semillas por todo el Parque.

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