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Lejos, muy lejos del mundanal ruido

La dureza de la vida monástica, un turismo alternativo en Tailandia.

GASPAR RUIZ-CANELA

Una pequeña celda sin aire acondicionado y levantarse antes del alba no parecen las vacaciones ideales, pero son las incomodidades que cientos de turistas eligen para practicar meditación en los templos budistas de Tailandia. Muchos de ellos son jóvenes que cuelgan las camisetas de tirantes y los bañadores durante siete o diez días para someterse a la estricta y recatada disciplina monacal que exige la práctica de la meditación.

Aunque la mayoría suele terminar los cursos con una sensación de serenidad y paz mental, también hay quienes no sobrellevan bien las privaciones o, simplemente, se marchan del templo antes de terminar la instrucción.

Los meditadores del templo Suan Mokkh, en la sureña provincia de Surat Thani, situado en un paraje natural de frondosa vegetación, viven rodeados por las túnicas azafrán de los monjes y las figuras doradas de los budas. Un sonido de campaña despierta a las cuatro de la madrugada a los estudiantes, quienes duermen sobre camas de madera en pequeñas celdas con barrotes en las ventanas. Por la noche cierran la puerta con llave. Y si no escuchas la campana en la primera llamada, te quedas encerrado hasta la hora del desayuno, dos horas más tarde.

Al ingresar en el templo, los estudiantes firman un documento en el que se comprometen a pasar diez días en silencio, que sólo pueden romper para resolver algún problema con la dirección, y llevar una vida frugal, con sólo dos comidas diarias antes del mediodía. No se permite beber alcohol, ni fumar, ni teléfonos móviles, ni libros, y los chicos y las chicas viven separados para evitar el contacto con el sexo opuesto.

La mayoría de los meditadores aseguran que cuando terminan el curso afrontan la vida con optimismo y los problemas, con más tranquilidad. 'Ya sé que contado así suena a tortura china, pero yo repetiría, la experiencia', asegura Carmen, que también pasó por este templo. 'Aunque a veces es bastante duro, también hay momentos muy mágicos. Es una buena terapia desestresante, para recargas pilas, y sobretodo un ejercicio de autoconocimiento. En definitiva, creo que hay un antes y un después de Suan Mokkh', añade esta joven española de 28 años.

En Wangthong, situado en el entorno tropical de la norteña provincia de Pitsanulok, se encuentra uno de los centros de meditación Dhamma fundados en todo el mundo por el profesor birmano de origen indio S.N. Goenka. Los centros Dhamma, que cuentan con sedes en países de los cinco continentes, son conocidos por sus estrictas normas, pero también por la buena organización y por enseñar las mismas técnicas de meditación que Buda divulgó hace 2.500 años.

Goenka es uno de los mayores expertos del mundo en la meditación Vipassana (introspección en pali), que persigue el equilibrio mental a través de la observación atenta de las sensaciones del cuerpo.

Algunos templos, como el de Suan Mokkh, cobran unos 2.000 bat (unos 60 dólares o 48 euros) para los gastos de mantenimiento durante los 10 días, mientras que los centros Dhamma sólo piden una donación voluntaria al terminar el curso.

Tailandia cuenta con unos 60.000 templos de la escuela Theravada, la principal corriente budista, religión que practica el 90 por ciento de sus 60 millones de habitantes.

En Bangkok, hay varios templos y centros, como Mahathat y Pak Nam, que ofrecen cursos de meditación en inglés, sólo hay que estar dispuesto a guardar silencio, madrugar y meditar hasta ocho horas diarias.

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