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La literatura infantil, una herramienta para que los niños sean más libres y felices

EFE

La literatura infantil es una forma de "que los niños sean más humanos, más libres y más felices", destacaron ayer los organizadores del I Congreso Iberoamericano de esta rama de la cultura, que durante cinco días reunirá en la capital chilena a 70 escritores y expertos de 16 países.

"Ojalá la literatura infantil y juvenil ofrezca a nuestros niños un mundo real o irreal en el que quieran vivir", manifestó la directora del Instituto Caro y Cuervo colombiano, Genoveva Iriarte, durante la inauguración de este certamen, celebrada en el Palacio de Bellas Artes de Santiago.

"Que todas sus voces se vuelvan una sola para hacernos sentir las vivencias de una época de la vida que muchos añoramos", pidió la responsable de esa institución cultural, una de las participantes en el I Congreso Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil.

Este certamen, organizado por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile y la Fundación Santa María (de la editorial española del mismo nombre), servirá para reflexionar sobre el pasado, el presente y el futuro de la literatura infantil y juvenil en español y portugués.

Juan de Isasa, presidente de la editorial Santa María, que en 1980 editó sus primeros libros de las colecciones infantiles Barco de Vapor y Gran Angular, destacó que el esfuerzo de todos los que aman la literatura infantil y juvenil sirve "para que los niños sean más humanos, más libres y más felices".

Este seminario, que coincide con el bicentenario de la Independencia de varios países latinoamericanos y se realiza en vísperas del V Congreso Internacional de la Lengua Española, pone de manifiesto que "el espacio cultural iberoamericano es mestizo", destacó por su parte la ministra chilena de Educación, Mónica Jiménez.

Al subrayar la importancia de las políticas públicas de fomento a la lectura, Jiménez señaló que cada año 200.000 niños chilenos tienen que aprender a leer "y, si no lo hacen bien, después se les cerrarán muchas puertas en la vida".

Durante el acto de inauguración, que estuvo amenizado con la música de una orquesta infantil, el escritor chileno Antonio Skármeta y el mexicano Juan Villoro dialogaron sobre la importancia de las primeras lecturas en la vida de los individuos y los pueblos.

Estos dos literatos, que se conocieron hace 29 años, cuando vivían en Berlín, desmenuzaron con afecto y humor los recuerdos infantiles de sus primeras experiencias con la lectura, unas vivencias en las que sus abuelas tuvieron un marcado protagonismo.

"Somos lo que leímos", empezó diciendo Skármeta, para quien "la infancia es una etapa de extrema sensibilidad, que nos otorga datos y emociones que atesoramos sin análisis ni reflexión".

"La infancia es el reino de la plenitud", confesó el autor de "Soñé que la nieve ardía" (1975). "El escritor es un niño, alguien que no mide los efectos prácticos ni la santidad de sus acciones, un individuo que juega mientras otros piensan", manifestó.

Para este novelista, guionista de cine y director teatral, "el niño y el escritor viven entramados en una comunidad de afectos e impulsos que no requieren de ninguna batuta autoritaria que los ordene".

"Los autores más sagaces que escriben para niños o como niños hacen del conflicto entre el orden y la aventura el motivo principal de sus obras", sostuvo el escritor chileno, quien reveló cuál fue la inesperada respuesta de su padre cuando le confesó que quería ser escritor: "¡Dale no más, loco!".

Al igual que la abuela croata de Antonio Skármeta, la abuela yucateca de Juan Villoro fue decisiva en su vocación literaria.

En el primer caso, la dificultad para entender el idioma español (la abuela de Skármeta confundía peligrosamente vestíbulo con prostíbulo y beato con bellaco) y los frecuentes cortes de luz en su Antofagasta natal fueron el pretexto para que el nieto iniciara sus devaneos literarios inventándose los finales de los melodramas radiofónicos que se quedaban a medias.

En tanto, la abuela de Villoro, que según el autor de "Dios es redondo", estaba convencida de que el Vaticano cometía un error por no canonizarla en vida, "era chismosa y maledicente, pero contaba las historias de manera fascinante".

El escritor y periodista mexicano rememoró su prusiana educación infantil y "cómo ese idioma suprimido (el castellano) se convirtió en un oscuro objeto de deseo".

"Gracias al Colegio Alemán se despertó mi amor por el español", confesó Villoro, en cuya infancia escasearon los libros infantiles a pesar de que, ironías de la vida, su padre tradujo "El Principito" para el periódico mexicano Novedades.

Durante la apertura de este congreso, también se rindió homenaje a "cinco mujeres magníficas reunidas por el amor a los cuentos".

Se trata de la mexicana Teresa Castelló, la chilena Alicia Morel, la española Montserrat del Amo, la argentina María Elena Walsh y la brasileña Lygia Bojunga, "quienes han dedicado sus vidas a crear, para que nuestros niños sean críticos y felices", destacó el presidente de la editorial Santa María.

En el marco de este certamen, que concluirá el domingo, habrá mesas redondas, ponencias e investigaciones que permitirán a los participantes adentrarse en el estudio de la evolución de la literatura infantil, el fomento de la lectura y la formación de los niños y jóvenes.

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