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Macedo aborda en su novela "Sin nombre" el tema de la identidad portuguesa

EFE

Nacido accidentalmente en Sudáfrica, con una infancia en Mozambique y adolescencia en Portugal y afincado en Londres desde 1960, el escritor y poeta Helder Macedo (1935) vuelve en su última novela, "Sin nombre", a su tema predilecto: cómo los portugueses viven su propia identidad.

En una entrevista concedida a Efe, Macedo reconoce que "la identidad portuguesa es un tema recurrente en mi obra, y más concretamente, la obsesión portuguesa por esa identidad".

"Sin nombre" (Tusquets) parte de una situación casi surrealista: en verano de 2004, el abogado José Viana es reclamado en el aeropuerto de Londres por los funcionarios por una pequeña confusión burocrática con una periodista, María Julia de Sousa Bernardes.

Cuando Viana ve a la periodista descubre atónito que es idéntica a una mujer, Marta Bernardo, un amor de juventud, y ese sueño, o pesadilla, en la que está sumido le lleva a recordar su pasado, su precipitada salida de Portugal y todo lo que dejó allí.

El autor declara rápidamente que la novela "no es autobiográfica" y que las coincidencias con Viana "se acaban en que ambos vivimos en Londres, pero no compartimos ni la profesión ni las ideas".

Cree Macedo que "todos los personajes tienen elementos en los que yo me proyecto, pero quizá con quien comparto más mis ideas es con el personaje del periodista Carlos Ventura".

Macedo se muestra interesado en "desmontar esa obsesión por un pasado sebastianista, una historia casi fantasmagórica a la que son tan dados los portugueses", en relación a la corriente mística portuguesa de la segunda mitad del siglo XVI que surgió tras la muerte del rey Sebastián I en la Batalla de Alcazarquivir, en 1578, y que por falta de herederos condicionó que Portugal pasara a manos de la corona española con Felipe II.

Ese misticismo llevó a buena parte de la población a creer durante años que el rey no había muerto de verdad y que volvería en el momento adecuado para liberar al país del dominio extranjero.

En paralelo a esta idea, José Viana llega a obsesionarse a través de la mentira: "Julia inventa una historia plausible que engaña a Viana a pesar de que los lectores intuyen que ese relato es falso".

Por esa razón, para Macedo el pasado de Portugal no es más que "la decadencia de una grandeza imaginada" y recuerda que "el imperialismo portugués no benefició al pueblo y en tiempos del dictador Salazar, cuando contaba con una colonia tan rica en recursos como Angola, Portugal era el país más pobre de la Europa occidental".

Por su trayectoria vital, Macedo considera que su actitud hacia el fenómeno colonial, "con una mirada más amplia", es diferente de la que puedan tener intelectuales que han vivido siempre en Portugal.

"Hasta la guerra colonial, los intelectuales portugueses ignoraban las colonias y sólo después de la independencia hubo una cierta obsesión literaria por esa temática", comenta Macedo.

De hecho, añade, el autor portugués de mayor reconocimiento internacional, el Nobel José Saramago, "nunca escribió sobre África", pero esa tendencia ha cambiado en la actualidad, y en el panorama literario luso han irrumpido excelentes escritoras como Lidia Jorge, que hizo uno de los primeros libros de temática colonial, "La costa de los murmullos".

Recuerda con nostalgia los años en los que participó en los gobiernos postrevolucionarios en varios cargos, entre ellos, el de secretario de Cultura, si bien, asegura, no echa de menos estar en la arena política.

"Soy político, porque me interesa la política y tengo una opinión de las cosas que suceden, pero nunca podría ser político profesional", apunta el autor.

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