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El Madrid de la "Movida" decora un palacio cairota del siglo XIV

EFE

La Gran Vía, el Pirulí o un ruedo sobrevolado por pezuñas y rabos de toro, son algunos de los fotomontajes que plasman el Madrid de la "Movida" y decoran estos días los muros de un palacio cairota del siglo XIV.

De un gran impacto visual y artístico, la serie de imágenes del fotógrafo madrileño Félix Lorrio retrata un mundo onírico y se caracteriza por una mezcla de influencias del movimiento surrealista y del pop art.

Lorrio (Madrid, 1948), que se inició en este arte con 20 años interesado por capturar con su cámara los cambios que se producían a su alrededor, contribuyó al nacimiento de un nuevo fotoperiodismo tras la muerte de Franco, e influyó con sus creaciones en la Movida Madrileña y en fotógrafos de renombre como Ouka Leele y Alberto García-Alix.

Abre la exposición de El Cairo "España frita" (1976) un dramático fotomontaje lleno de significado y color en el que aparecen unos huevos fritos a modo de platillos voladores y una pistola que apunta a las cáscaras.

La muestra incluye dieciséis fotografías, realizadas entre los años 1975 y 1982, que Lorrio colorea a mano con acuarelas y óleos transparentes a partir de una base en blanco y negro.

"Es un grupo de fotomontajes que hice de denuncia social", explicó Lorrio a Efe en el palacio "El Amir Taz", donde se exhibe esta muestra organizada por el Instituto Cervantes de El Cairo y abierta al público hasta el próximo 23 de diciembre.

Un trabajo comprometido que al fotógrafo le sirvió como "terapia", ya que era una forma de "sacar todos los miedos e impotencias a nivel personal y profesional" acumulados durante los años de represión del franquismo.

Unas circunstancias políticas y sociales que marcaron "sin ninguna duda" la obra de Lorrio, quien se involucró en denunciar aquello que no le gustaba de la España de esa época porque "había unas motivaciones muy fuertes para hacerlo, y era un mecanismo de defensa", sentencia el fotógrafo.

"Llegó un momento en el que el mundo de la publicidad, la moda y la fotografía comercial (áreas en las que se formó) no me interesaba nada -continúa-. Prefería la calle, la gente y retratar lo que ocurría a mí alrededor".

Lorrio marcó un antes y un después con su fotografía "Mayo en Malasaña", que representa el inicio de un tiempo de libertades con la imagen de una pareja de jóvenes desnudos sobre la madrileña estatua de Daoíz y Velarde durante las celebraciones del 2 de mayo de 1976, las primeras fiestas de barrio en Madrid tras la dictadura.

En el palacio mameluco "El Amir Taz" se exhiben algunos fotomontajes de clara denuncia social como "Muerte de Franco" (1975) o "Sin presupuesto" (1976).

El primero muestra en primer plano a tres mujeres de luto, mientras que el segundo retrata a un grupo de gente que rodea un plato con una raspa de pescado, personajes singulares capturados por la cámara de Lorrio en otros espacios.

"Muchos de los personajes que fotografiaba en la calle los incluía después en estos fotomontajes para transmitir la idea que yo quería de la situación y la represión que vivíamos", comentó Lorrio sobre los protagonistas de sus creaciones.

Entre las obras expuestas destaca por su fuerza y colorido "El ruedo hambriento" (1977), en la que varios guardias civiles observan la lluvia de rabos y pezuñas de toro que cae sobre la plaza roja y gualda en la que se encuentran.

A estos fotomontajes se suman los retratos a modo de postales posmodernas de los nuevos iconos de la capital de España, de una ciudad que quiere cambiar su imagen y recrear el reciente ambiente de libertad.

El Pirulí, la Gran Vía o una vista de Madrid desde la Casa de Campo son algunas de las imágenes coloreadas que buscan representar un Madrid que en 1982 no se identifica con el Palacio Real o la Puerta de Alcalá.

Estas postales marcan un nuevo periodo en la producción artística de Lorrio, quien a partir de 1982, con la llegada al poder de los socialistas, se olvida de sus motivaciones anteriores y se dedica, como él asegura, "a la fotografía como reportero", a documentar los oficios duros y el mundo industrial y artístico.

Marina Villén

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