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Maixabel Lasa: la lucha por el diálogo de una víctima de ETA

IÑIGO ADURIZ

'El odio no va a anidar en nuestros corazones' . En octubre de 2000, apenas tres meses después de que ETA asesinara a su marido y cambiara por completo su vida, María Isabel Maixabel Lasa, pronunciaba durante una manifestación en Bilbao esa frase que, vista con perspectiva, se puede contemplar como toda una declaración de intenciones para la que iba a ser la futura trayectoria vital y profesional de esta víctima del terrorismo. 

El 29 de julio de ese mismo año los terroristas habían asesinado al que era su esposo , el exgobernador civil de Gipuzkoa Juan Mari Jáuregui. Lo hicieron por la espalda, de dos tiros en la nuca y en un céntrico bar de Tolosa (Gipuzkoa), donde el excargo del Gobierno socialista conversaba con un amigo durante una visita a Euskal Herria. Él entonces vivía en Chile tras huir por la amenaza terrorista, y tenía previsto trasladarse a Jordania en pocos meses para emprender una nueva vida. Ella iba a pedirse una excedencia en el trabajo para estar con él.

Desde esa trágica fecha Lasa, que tras el asesinato de Jáuregui se había quedado al cuidado de la hija de ambos, se propuso eso: evitar que el odio hacia los asesinos de su marido y hacia quienes les apoyaban anidara en su corazón. Y para ello puso en marcha toda una estrategia que, premeditada o no, suscitó numerosas críticas dentro del colectivo de víctimas de ETA. Una estrategia basada en el diálogo, el entendimiento mutuo y, finalmente, el perdón.

A los pocos meses del atentado Lasa, que apostó abiertamente por las conversaciones entre todas las sensibilidades políticas vascas, asumió un papel activo en todas las movilizaciones y marchas contra la violencia terrorista. Su comportamiento transversal y al margen de siglas políticas hizo que el entonces lehendakari, Juan José Ibarretxe, la nombrara directora de Atención a las Víctimas del Terrorismo, cargo en el que permaneció hasta hace apenas dos años, cuando Urkullu llegó a la lehendakaritza.

No le faltó trabajo en su labor por atender a las víctimas que ETA dejó huérfanas o viudas en sus últimos años de actividad armada. Y también tuvo que lidiar con la incomprensión de otras personas que pasaron por su misma situación, y que criticaron el empeño con el que ella defendió el programa piloto de encuentros entre víctimas de la banda terrorista y presos condenados por asesinatos que puso el Gobierno socialista en 2010. 

Ella misma, como víctima y directora de atención a las víctimas, se reunió con uno de los asesinos de su marido en mayo de 2011 en la cárcel de Nanclares de Oca de Álava, y por expresa petición del condenado. 'Si te has dado cuenta de lo que has hecho y te vas cada día a la cama pensando que hiciste mal, yo pienso que algo bueno existe en ti. Pienso que has recuperado la libertad y el derecho a ser un ciudadano', le dijo, según confesó después en una entrevista en El País . Él era Luis Carrasco, uno de los tres condenados por el asesinato, que durante el encuentro le pidió perdón de manera privada. Después lo hizo público, pero ella no pudo contestarle en ninguna de las dos ocasiones.

Esta semana, otro de los asesinos de su marido, Ibon Etxezarreta, hacía llegar desde la cárcel al Grupo Noticias una carta en la que también presentaba sus disculpas por el 'injustificable' asesinato del exgobernador guipuzcoano y por el 'tremendo e irreparable dolor generado a su familia'. 'Por encima de las crueldades que he realizado durante mi militancia soy persona y me he dado cuenta del daño causado a unas familias determinadas con esos atentados', aseguraba en la misiva.

Finalmente fue el martes, cuando se cumplían 14 años de la muerte de Jáuregui, cuando tenía lugar un hecho sin precedentes ya que Etxezarreta aprovechó un permiso penitenciario para acudir a dos de los tres homenajes que se le realizaron al exgobernador civil de Gipuzkoa. Acudió, en concreto, a los que tuvieron lugar en Legorreta, localidad donde residía la pareja en 2000. Según apuntaron testigos citados por Noticias de Gipuzkoa se le vio emocionado, y depositó incluso un ramo de flores en honor a Jáuregui. 

'Me siento orgullosa de haber participado precisamente en que estas personas hayan realizado esta reflexión', celebró Lasa. El diálogo se había convertido en perdón y éste, a su vez, en reconciliación.

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