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Manolo García suda la camiseta ante un público entregado a sus clásicos

EFE

Manolo García prometió sudar la camiseta en los conciertos de su gira de presentación del álbum "Saldremos a la lluvia" y así lo ha hecho esta noche en un Palacio de los Deportes de Madrid que colgaba el cartel de "No hay entradas" para rendirse a clásicos como "Insurrección" o "A San Fernando".

Aunque la cita de Manolo con Madrid tenía por motivo presentar las canciones de "Saldremos a la lluvia", su cuarto disco en solitario desde que hace una década se disolviera el grupo El Último de la Fila, fueron los temas con sabor añejo, algunos ligados a sus antiguos compañeros de viaje, con los que se metió en el bolsillo a un público variopinto y entregado.

Enfundado en su peremne uniforme -camiseta negra y pantalones vaqueros- y derrochando su característica energía -"¡Qué energía tiene para su edad!", se oía comentar-, el músico interpretó sobre el escenario y sin tregua temas de nuevo cuño como "Provincia de Río Negro", "Pequeña tienda", "Saldremos a la lluvia" o "No estés triste".

Así, hasta ocho canciones de las trece que conforman su nuevo disco y que tuvieron que competir por las palmas y el griterío con títulos como "Levedad", "Insurrección", "Rosa de Alejandría" o "Pajaros de barro", todas interpretadas en el último tercio del concierto.

Proyecciones audiovisuales que ilustraban las letras, nueve músicos, entre ellos el cretense Stelios Petrakis a la lira -que ya colaboró en la grabación del álbum-, y dos bailarinas acompañaron a Manolo en un espectáculo mestizo que fusionó rock con tintes étnicos y tribales y que no se ciñó a las tablas.

El cantante, atento a devolverle a su público "las sonrisas" que agradeció en varias ocasiones, no dudó en trepar a los altavoces, bajarse al foso, lanzarse sobre quienes ocupaban las primeras filas e incluso mezclarse entre sus fans en un acto de osadía en el que la efusividad excesiva de algunos casi le hacen "Morder el polvo", haciendo honor al título de una de sus canciones.

El mensaje comprometido y esperanzador de las letras del maestro nacido en Albacete pero catalán de adopción se hizo notar a lo largo de todo el concierto, aunque hubo que esperar al segundo bis y a la canción "Vendrán días" para que la vena reivindicativa de Manolo García hiciera campaña a favor de "las energías renovables" y "el ecologismo participativo".

Fue un concierto optimista y lleno de color, a lo que contribuían las llamativas telas que de la escenografía, la nota cómica de los "gatos chinos" que adornaban el escenario y los juegos de luces que bailaban al ritmo de una sonoridad siempre dispuesta a sorprender incluso a los seguidores más incondicionales.

Manolo incluso se atrevió a calzarse la guitarra y a "aporrear" los tambores en lo que fue un repaso de una carrera musical que ronda ya los 25 años.

"Una vez más se ha obrado el milagro y la música ha hecho que el tiempo se detenga", exclamó el cantante tras casi dos horas y media de espectáculo que a muchos se les hicieron cortas.

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