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Máquinas al poder

La misión principal de los pilotos durante las primeras carreras será contribuir al equilibrio mecánico de sus monoplazas

Á. L. MENÉNDEZ / AGENCIAS

Presumen de unión, pero la primera carrera del año y seguramente la segunda podrían pender de una resolución de la Corte de Apelación de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA). Con la recién creada Asociación de Equipos de Fórmula 1 (FOTA), las escuderías intentan hacerse fuertes como colectivo frente a la FIA y ante Bernie Ecclestone, presidente de F1. Pero la que se prevé primera denuncia deportiva del curso amenaza al resultado de la carrera del domingo en Australia e incluso al de Malasia (5 de abril).

Sin echar a rodar, el Mundial más convulso e incierto vivió ayer la primera batalla fratricida de la temporada. Tres equipos, Ferrari, Renault y Red Bull, presentaron una reclamación formal contra otros tres, Brawn GP, Williams y Toyota. Los primeros y los otros cuatro que completan la parrilla consideran que los difusores pieza aerodinámica ubicada el la parte trasera de los coches diseñados por el trío denunciado no se ajustan al nuevo reglamento.

Tras inspeccionar los dos bólidos ingleses y el japonés, los comisarios de la FIA no hallaron irregularidad alguna. Les dieron el visto bueno y, con ello, colocaron al sorprendente trío en destacado lugar dentro del numeroso pelotón de favoritos al triunfo en Melbourne, e incluso en el campeonato.

Es la consecuencia y el fiel reflejo de la revolución que ha supuesto el radical cambio de normas impuesto por la FIA. Resulta insólito que, de mano, los grandes favoritos sean dos pilotos mediocres, Button y Barrichello dúo de Brawn GP,y que, a la vez, el campeón del mundo, Hamilton, apenas cuente en las apuestas.

'Creo que nos centramos tanto en el coche del año pasado que quizás empezamos un poco tarde a trabajar con el monoplaza de esta temporada', argumenta con tino el líder de

Difusores polémicos aparte, el apunte de Hamilton no admite réplica. El dominio compartido de Ferrari y McLaren durante 2008 empujó a las escuderías sin posibilidades a pensar en el futuro. Toyota, Williams, Honda de cuya desaparición nació Brawn GP, Re-nault y Red Bull se volcaron los bólidos de 2009. Diseñaron con mimo máquinas cuya aerodinámica, reducida drásticamente, no tiene nada que ver con lo del año pasado.

Ferrari, líder todopoderoso, y BMW, aspirante a ingresar de forma definitiva en el club de los grandes, hicieron el doble esfuerzo de rendir a gran altura en 2008 y, paralelamente, trabajar en el nuevo auto.

Ambos aspiran al podio, y ambos tienen preparado y listo para revista el kers, otra de las sensaciones de la temporada. El sistema de recuperación energética que permite aceleraciones espectaculares (80 CV de potencia extra) durante siete segundos una vez por vuelta.

La complejidad del kers ha provocado infinidad de problemas durante la pretemporada. Los que más fiables se han mostrado han sido los montados por BMW y Renault. Aun así, el equipo alemán anunció ayer que sólo uno de sus monoplazas, el de Heidfeld, lo llevará el domingo. Kubica prefiere correr sin él, posiblemente porque su envergadura 1,84 metros, el más alto junto a Webber y su peso 73 kilos son un lastre demasiado grande junto al propio kers, que pesa entre 40 y 50 kilos.

El esfuerzo técnico de los equipos es más meritorio si se tiene en cuenta el entorno económico en el que han tenido que trabajar. Acosados desde el exterior por la crisis mundial y, como consecuencia de esta, obligados por la FIA a reducir presupuestos, la incertidumbre no les ha paralizado.

Todos han sido capaces, en la medida de sus posibilidades, de crear nuevas máquinas cuya influencia en el resultado de las carreras se antoja, por primera vez en muchos años, determinante.

Por supuesto, la pericia de los pilotos será fundamental, pero triunfará el más completo en todos los aspectos. Durante la primera fase de la temporada, el hombre deberá escuchar a la máquina, oír sus sonidos y captar los elementos susceptibles de mejora hasta pulir los defectos de juventud. Luego, en el último y decisivo tramo, las manos y los pies deberán domar a esa máquina. 

 

























































 

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