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Mascotas de alquiler y robots en un Tokio de "Blade Runner"

Reuters

Sólo en Tokio puedes alquilar un gato durante una hora y acariciarlo mientras te tomas un capuchino, o mejor aún, mientras un robot te hace la comida.

Japón ha hecho unos progresos impresionantes desde que la capital acogió los Juegos Olímpicos de 1964, cuando el Gobierno dio a conocer el "tren bala" que simbolizó su aparición como potencia económica.

que compite con Madrid, Río de Janeiro y Chicago para organizar los Juegos de 2016 - se ha convertido en un escaparate de los avances tecnológicos, la arquitectura vanguardista y la cocina más moderna del mundo.

Japón, la segunda mayor economía del mundo, mantiene una gran parte de su encanto tradicional, con templos y tiendas antiguas que se pueden encontrar junto a los rascacielos brillantes.

Aún están en uso muchas de las infraestructuras simbólicas construidas para los Juegos de 1964, como el gimnasio nacional elíptico, igual de asombrosas que hace 45 años.

El Tokio moderno, con sus luces de neón, tiendas y trenes abarrotados a lo "Blade Runner" ha convertido lo necesario en un arte. Máquinas dispensadoras ofrecen de todo, desde paraguas a ropa interior. Japón puede presumir del número más elevado de máquinas per cápita del mundo, y se encuentran incluso en la cima del monte Fuji.

Los viajeros pueden esperar cualquier cosa, terremotos y tifones incluidos. El estadio olímpico, junto a la costa, se construiría sobre unos enormes amortiguadores para evitar grandes temblores de tierra.

Muchos de los estereotipos se caen mucho antes de que los viajeros consigan entender cómo encender las luces o abrir el grifo en la habitación de su hotel. Por ejemplo, se sorprenderán de ver lo barato que se puede cenar, en comparación con muchas ciudades europeas, también es fácil que te comprendan en inglés, sólo se tarda un poco más y funciona nueve de cada diez veces.

TRENES ABARROTADOS, FIESTA TODA LA NOCHE

Aunque la limpieza y la seguridad impresionan a muchos turistas, la avalancha de la hora punta matinal puede aterrorizar a muchos y evitar que vuelvan a subirse a un tren.

Apiñados en los vagones del metro por empleados que les empujan con sus guantes blancos, los tokiotas van al trabajo en alguna de las 19 líneas con las caras aplastadas contra los cristales empañados, o algo peor aún.

Pero no hay necesidad de ir en hora punta en una ciudad que ofrece atractivos durante todo el día. Los fiesteros pueden salir hasta las 10 de la mañana, mientras que los madrugadores pueden levantarse antes del amanecer para visitar el mercado pesquero de Tsukiji, el más grande del mundo.

También se puede desayunar en Shibuya, un zona de moda en la que se encuentra el famoso cruce de calles con las pantallas gigantes, o en las calles arboladas y residenciales de Azabu y Daikanyama.

Tokio ha cambiado muchas cosas desde 1964. La atención al cliente se ha convertido en una prioridad y los japoneses ahora hacen todo lo que pueden por ayudar a los despistados extranjeros en las complicadas estaciones ferroviarias.

Esta ciudad líder en moda, ciencia ficción y tecnología puede aún poner de los nervios. Puedes comprar ropa hasta hartarte en las tiendas de moda de Aoyama o Ginza, pero tendrás problemas para llamar o mandar un mensaje a alguien en Europa para preguntarle su talla.

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