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"Me he quitado la coca-cola diaria para pagar la cuota del centro"

Los socios de un espacio de apoyo a enfermos de salud mental de Madrid se ofrecen a pagar más por su plaza. Las asociaciones sobreviven con fondos propios ante los retrasos en el pago de subvenciones y conciertos.

ANNA FLOTATS

Pilar Juanes tiene 42 años y es enferma mental. Para su estabilidad, es igual de imprescindible la medicación que toma a diario como 'tener la cabeza ocupada'. Por eso acude desde hace 17 años a Alusamen (Asociación en Lucha por la Salud Mental y los Cambios Sociales), una entidad sin ánimo de lucro cuyo fin es mejorar la calidad de vida de las personas con enfermedad mental. Con talleres ocupacionales y de rehabilitación psico-social, atención psicológica e intervención familiar, unas 240 personas controlan los síntomas negativos de su patología, es decir, los que no curan las pastillas, como el aislamiento o la falta de autoestima.

'Lo necesitamos para ver que no estamos solos. Sin esto, estamos perdidos', cuenta Pilar. Por eso, cuando hace unos meses la ONG dio la voz de alarma a los socios ante el retraso en los pagos de subvenciones y conciertos, que en mayo amenazaron con el cierre del centro, fueron ellos quienes se ofrecieron a pagar más por su cuota mensual. A pesar de su origen humilde, todos viven en el barrio de Puente de Vallecas de Madrid, han pasado de abonaban 16 euros al trimestre, a pagar 25 euros al mes. 'Yo me he quitado la coca-cola para poder pagar más y que no cierren en el centro. ¡Me tomaba una botella de dos litros al día!', cuenta Pilar.

Como ella, la mayoría de socios asumieron el incremento de la cuota. Aun así, no se trata de una solución definitiva. Alusamen, ubicado en un centro de salud y dependiente de la Consejería de Asuntos Sociales de la Comunidad, ha visto reducidas sus ayudas públicas en un 28% desde 2007. Ahora, la entidad se mantiene con fondos propios porque a día de hoy todavía está pendiente de pago más del 90% del dinero concedido por las administraciones públicas para este año, cuentan los responsables de la asociación. Hay convocatorias de subvenciones correspondientes a 2012 que aún no han sido publicadas en las que incluso está pendiente el pago la cantidad concedida para 2011. 

'En mayo no sabíamos si podríamos abrir', confiesan los responsables del centro, que explican además que la financiación privada que recibían por parte de entidades bancarias también se ha reducido debido a la fusión de cajas. Y por si esto fuera poco, la subvención al voluntariado 'se retiró en 2011', cuentan, precisamente durante el llamado año del Voluntariado que la entonces presidenta Esperanza Aguirre se encargó de promocionar a bombo y platillo. La mayoría de trabajadores de Alusamen son voluntarios: estudiantes de psicología, trabajadores sociales, psicopedagogos o psicólogos. Antes tenían un profesional para la clase de gimnasia y piscina, pero han tenido que prescindir de él y han recurrido a una persona voluntaria. Además, uno de los dos únicos empleados en nómina de la asociación ha pasado a trabajar a media jornada.

Las aulas de Alusamen (igual que la de los otros 26 centros de este tipo que hay en Madrid) están a reventar, algunas han doblado el número de asistentes. En la clase de arteterapia apenas se cabe e incluso hay lista de espera. Los socios de Alusamen, de una media de edad de 45 años,  sufren trastorno bipolar, trastorno de personalidad o esquizofrenia. La mayoría vienen derivados del psiquiatra porque no hay servicios públicos destinados al trabajo social con los enfermos. 'Lo que hacemos aquí es igual de necesario que las pastillas, si no venimos nos sentimos desamparados', cuenta Javier Luque, de 37 años. Las ONG son su única opción porque los servicios públicos están colapsados y como hay poca rotación porque las enfermedades mentales son crónicas (hay más de un millón de afectados en España), no suelen ingresar en estos centros más de dos nuevos pacientes al año.

Por ese motivo, la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Feafes) denuncia los retrasos en los pagos de subvenciones públicas, que ha tachado de 'gravísimos' e 'injustificables'. 'Nuestros equipos están haciendo lo imposible para que esto no perjudique la calidad de la asistencia, pero la situación es insostenible', denuncia la asociación.

'Encima que nos hacen pagar más por las medicinas y no nos suben las pensiones, ¿también nos van a quitar esto?', se pregunta indignado Juan Ramón, que cuenta cómo la arteterapia le está ayudando a expresar sus sentimientos y a no sentirse 'un bicho raro'.

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