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Yago Lamela tiene 31 años. El domingo, perdió el récord de Europa de salto de longitud (sus 8,56 han durado una década) por culpa de un inesperado y monumental salto de 8,71 del semidesconocido alemán Sebastian Bayer. La medalla de plata la ganó otro alemán, Nils Winter, con 8,22.

El atletismo español cojea en la base: no hay masa crítica como antes

Winter, 31 años, es mayor que Lamela, pero sigue compitiendo. El asturiano, totalmente desaparecido en combate, lleva ya cinco años sin saltar. Un lujo que no se puede permitir el atletismo español. Y menos en las especialidades de saltos.

España cojea en la base. No hay masa crítica donde antes sí la había. Faltan velocistas, pertiguistas, triplistas... En general, hay un descenso en la calidad media, en el grueso de los rankings nacionales. Falta sensación de bloque. Lo dicen constantemente los entrenadores: no les llegan muchachos y los que aparecen, no dan el nivel suficiente.

Consultado Fermín Cacho, el campeón olímpico de los 1.500 metros, asegura a Público que "la sociedad no fomenta que los niños hagan deporte. Hay que convencer a las autoridades de que falta una base física en los niños. Y no es un problema sólo del atletismo. Va a afectar a todo el deporte español".

Fermín Cacho afirma que estamos en «un momento de renovación»

España regresó de Turín con un botín escaso. Apenas cinco medallas, ninguna de oro y sólo un metal obtenido fuera del mediofondo. Ahí está el problema. El bagaje poco tiene que ver con las 12 medallas de Madrid en 2005, las 10 que se consiguieron en Birmingham-2007 o las 11 de Viena-2002. Cierto es que esas tres últimas citas continentales habían situado el listón muy alto, pero no es menos cierto que España se encuentra inmersa en un bache de resultados del que no acaba de salir.

Cacho indica que la actuación española "ha sido lo que se esperaba. Yo pensaba en siete medallas y contaba con un podio seguro de Nuria Fernández que me fastidió la cuenta. Por otro lado, a Casado le faltó picardía en 1.500. Con eso, perdimos dos medallas".

En esta ocasión, José María Odriozola, el presidente federativo que también ejerce de director técnico, sí había apuntado bien. Ocho medallas eran una apuesta sensata, pero se quedaron tres por el camino.

La selección está en manos del mediofondo. Hay una peligrosa dependencia de los éxitos en las medias distancias. Se trata de un arma de doble filo. Por un lado, la mina de talentos desde los 800 a los 3.000 metros parece no agotarse nunca. Por otro, cuando las medallas no brotan en estas pruebas (en Turín se esperaba más del 1.500 masculino), los atletas no saben dónde buscar el podio.

Chema Martínez, ganador del último Maratón de Madrid, comenta que "estamos en un tiempo de cambio generacional".

El madrileño introduce un factor nuevo en el debate. "Tenemos que empezar a pensar que los Europeos ya no van a ser como antes. La sociedad ha cambiado con la inmigración y vamos a ver el próximo año, en los Europeos de verano de Barcelona, muchos campeones de origen africano".

Antes, están los Mundiales de Berlín, a cinco meses vista. Allí se dictará sentencia acerca del auténtico nivel del atletismo español. Convertir alguna de las cinco medallas de Turín en un metal mundialista se antoja una tarea difícil. Quizá Ruth Beitia es la mejor posicionada tras su gran actuación del domingo. Volveremos a depender de los 1.500 metros, esta vez ya con Juan Carlos Higuero, al que hemos echado de menos. Y necesitaremos el brillo de Paquillo Fernández. Hay demasiadas penumbras.

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