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Los mercados ignoran el tijeretazo al gasto público

La rentabilidad y la calificación de la deuda española, así como la bolsa están peor ahora

ANA TUDELA

El 12 de mayo de 2010, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, anunciaba el abandono de su principal bandera económica el mantenimiento del gasto social argumentando que, de no hacerlo, los mercados se comerían el país. Un giro de 180 grados que decía adiós a la teoría de que era posible navegar en la crisis sin tocar el gasto destinado a los más desfavorecidos. El Gobierno se retaba a sí mismo comprometiéndose, junto con el resto de administraciones, a gastar 15.000 millones de euros menos entre 2010 y 2011, que se añadían a los recortes ya previstos. Para ello, se metería la tijera a partidas tan tabú como el sueldo de los funcionarios o las pensiones. No quedaba otra. Días antes (9 de mayo), Europa y el FMI habían orquestado un plan multimillonario de rescate de países en dificultades para atender sus pagos y exigía un gesto contundente a los gobiernos en entredicho.

Más de dos meses después, los mercados, teóricos responsables del ajuste por su amenaza de hundir un país disparando el coste de su financiación, no parecen haber reconocido el esfuerzo, según se desprende de los datos de los principales indicadores financieros.

En la semana del tijeretazo, el capital obligaba al bono español a diez años a pagar una rentabilidad en torno a un punto porcentual por encima de la del bono alemán. Hoy, a pesar de que en los últimos días ese diferencial ha bajado, obliga todavía a pagar 1,8 puntos más. Ha llegado a situarse en más de dos puntos.

Eso ocurre en el mercado secundario (deuda emitida que los inversores se compran y venden entre sí). Pero la evolución de este afecta al mercado primario; es decir, a la emisión de deuda nueva y a los intereses que esta debe pagar (con impuestos o más endeudamiento) para ser atractiva. Los mercados están forzando a España a ofrecer rentabilidades en la deuda nueva que superan hasta en un 170% las de antes del ajuste.

Otros países periféricos no han merecido un trato mejor. Grecia, a pesar de contar ahora con las ayudas, paga un diferencial de más de siete puntos porcentuales por encima del bono alemán, el doble que cuando su amenaza de quiebra convirtió la crisis financiera europea en una crisis de deuda pública.

Que la situación va más allá de España queda demostrado también porque el euro, cuya viabilidad ha sido tan cuestionada en los últimos tiempos, ha sufrido una de sus peores rachas desde que se anunciaron los ajustes. Las agencias de calificación de la deuda, miopes ante la crisis pero a las que se sigue tratando como oráculos infalibles, han empeorado sus notas. Las bolsas no han ido mejor.

¿Ha merecido la pena el esfuerzo? ¿Hay que seguir escuchando a este insaciable bebé llamado mercado y alimentarlo cada vez que llore aunque no se sepa lo que quiere?

Los expertos consultados coinciden en tres puntos. Primero: el ajuste era absolutamente necesario, porque no se puede sostener un déficit del 11%. Segundo: es injusto que el mercado aún no reconozca la verdadera situación de la economía española y obligue a pagar las rentabilidades actuales. Y tercero y más preocupante: como esto siga así, la complicada recuperación puede irse al garete, porque al menor crecimiento provocado por el recorte del gasto público, se le unirán los intereses adicionales que habrá que pagar en los próximos tres meses, seis meses, cinco años, 15 años; es decir, en los plazos en los que se está emitiendo la deuda nueva a precios disparados.

Es más, de seguir así, la banca no podrá competir con las rentabilidades de la deuda pública, no logrará dinero en el mercado y por tanto no lo prestará a las pequeñas y medianas empresas ni a los autónomos; es decir, a la economía real.

'No podemos seguir pagando esos diferenciales, no es lógico que el bono español esté dos puntos porcentuales por encima del alemán', explica David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (Afi). 'El mercado está adjudicando a España una posibilidad de impago del 20% y eso es una barbaridad. Equivale a pensar que nuestro sistema financiero está quebrado y que la economía no va a crecer en años, y esa no es la realidad'.

En su opinión, 'España ha tenido un fallo de márketing, no ha sabido convencer de que las debilidades que le achacaban no eran tan importantes'. Una labor en la que, según Cano, ha fallado todo el mundo, 'el Gobierno, la oposición, los banqueros, los empresarios...'

Toca 'recuperar la confianza' y se podrá decir que esta ha vuelto cuando 'el diferencial esté entre 0,5 y un punto por encima del bono alemán'. Eso puede tardar 'un año'.

Para Borja Gómez, analista de Inverseguros, lo que está ocurriendo es que 'los planes de ajuste del déficit están sustentados en unas perspectivas macroeconómicas optimistas que los mercados no se creen'. Porque 'no basta con recortar el gasto', hay que 'crecer en ingresos', añade.

Gregorio Izquierdo, director del Servicio de Estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE), aunque coincide con el resto en que 'se está pagando de más en la deuda', aclara que, 'aunque parezca que estamos peor, estamos mejor. En mayo, tras la crisis de la deuda griega, el mercado empezó a preocuparse por qué ocurriría en julio si no se tomaban medidas' en España, 'porque en julio hay vencimientos muy fuertes de la deuda'. Si no se hubieran tomado esas medidas, la situación sería peor porque 'habría habido problemas con las refinanciaciones. Sin embargo, España ha podido colocar perfectamente sus bonos, como Portugal e incluso Grecia'. Aunque caro.

Para Izquierdo, en 2010 'es difícil que se ajuste' el coste de la deuda. Será 'en 2011, cuando se compruebe la reducción del gasto'. En la misma línea, Jonás Fernández, director del servicio de estudios de Solchaga Recio & Asociados, comenta que el mercado necesita todavía señales, como que se concrete 'la reforma laboral, la de las pensiones y se compruebe el ajuste del gasto'.

El tiempo juega en contra. Según Izquierdo, 'no se puede mantener una prima de riesgo que supera el crecimiento del PIB. Con un coste de la deuda del 3% al 4%, se necesitaría un crecimiento de la economía de la misma magnitud'.

Y además están los efectos de segunda ronda. Ángel Laborda, director de Coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), explica esos efectos. 'Una caja con el 40% de su crédito concedido en hipotecas, por las que recibe un interés de entre el 2% y el 2,5% (euríbor más el diferencial que aplique), está abocada a la ruina si tiene que pagar el capital que consigue al 7%. No es sostenible'.

Laborda apunta que, 'en el caso español, a la crisis desatada por Grecia, se le sumó la situación del sistema financiero', especialmente la incertidumbre sobre las cajas. Para colmo, con los 'mercados zombis' por falta de datos fiables, es fácil hacer funcionar 'rumores interesados. Los especuladores agravan la situación pero lo pueden hacer porque el contexto económico es malo'.

Borja Gómez coincide en el efecto amplificador del 'alto grado de especulación, que observa cualquier deficiencia e intenta aprovecharse'.

Los diferenciales tardarán en volver al nivel que les corresponde pero esta semana hay un motivo para que empiecen a encarrilar el camino correcto. El viernes se publican las pruebas de resistencia que las autoridades europeas han hecho a la banca. Se espera que las entidades españolas salgan bien paradas del trance.

Ese hecho, junto con la aprobación de la reforma de la Ley de Cajas, como apunta Laborda, 'debería marcar un cambio de tendencia'. De hecho, el diferencial del bono español respecto al alemán ya ha empezado a caer con fuerza la semana pasada anticipando lo que se espera que ocurra a partir de esta.

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