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Merkel recordó el horror nazi y llamó a no callar ante enemigos de Israel hoy

EFE

La canciller alemana Angela Merkel recordó hoy el "horror" desatado por los pogromos nazis contra los judíos y llamó a no callar ante el antisemitismo presente, venga de la ultraderecha o de quienes cuestionan el derecho a la existencia de Israel, "sea Hamas, Hizbulá o Irán".

"Los pogromos no fueron el primer capítulo del antisemitismo nazi, pero abrieron la puerta a la catástrofe de las catástrofes", dijo Merkel, desde la sinagoga berlinesa de la Rykestrasse y en ocasión del 70 aniversario de la Noche de los Cristales Rotos.

"Esa noche ardieron las sinagogas, luego ardió toda Alemania, luego toda Europa", prosiguió. Merkel llamó a no caer en el error de ayer y a no callar ahora ante otras formas de antisemitismo.

La gran vergüenza del ciudadano entonces fue "no alzar un grito" mientras arrancaban de su hogar al vecino judío, al comunista, al socialdemócrata o al gitano, "porque creía que la cosa no iba con ellos". Lo sería ahora no hacerlo ante quienes "amenazan la existencia de Israel", afirmó.

"La xenofobia, el racismo y el antisemitismo no deben tener nunca más cabida en Europa", dijo, y eso debe ser extensivo también al mundo árabe y otras partes del planeta.

Merkel evocó los pogromos del 9 de noviembre de 1938 como "la noche que representa el inicio de la Shoa" (Holocausto), mientras la presidenta del Consejo Central de los Judíos de Alemania, Charlotte Knobloch recordó su experiencia, como niña de seis años en Múnich.

"El temor a recorrer esas calles de comercios devastados, de la mano de mi padre, me acompañó toda mi vida", dijo. "El miedo sigue ahí", añadió, sea por los recuerdos o ante el envalentonamiento de los neonazis, ante los que Alemania no puede "bajar la guardia".

Merkel y Knobloch trazaron una parábola del horror del Tercer Reich al antisemitismo actual desde la sinagoga de la Rykestrasse, la mayor de Alemania. Al igual que casi todos los templos judíos fue incendiada en los pogromos. Las llamas no la destruyeron, pero los nazis la degradaron a la función de establo para los caballos.

El año pasado reabrió sus puertas restaurada con el retorno solemne de la Torá (libro de ley de los judíos), en un acto que simbolizó el milagro del lento pero efectivo regreso de la comunidad judía al país del Holocausto.

La Noche de los Cristales Rotos ardieron más de mil sinagogas de toda Alemania y Austria. Unos 300 templos quedaron reducidos a cenizas, 7.500 comercios judíos fueron devastados y más de un millar de personas murieron esa noche.

Al día siguiente se procedió a la detención y deportación de 30.000 judíos a campos de concentración. Al término de la Segunda Guerra Mundial (1945) la cifra se contaría por millones.

El ministro de la propaganda nazi, Joseph Goebbels, habló de una "explosión espontánea de ira" por el asesinato en París del diplomático alemán Ernst vom Rath por un joven judío.

Él mismo se encargó de lanzar una incendiaria arenga antisemita desde el Ayuntamiento de Múnich. Siguió una operación orquestada por la GESTAPO, las SA y las SS, entre la complicidad y el entusiasmo de parte de la población y la pasividad o la impotencia de otros.

La fecha del 9 de noviembre concentra una gran carga histórica en Alemania. Esa fecha se recuerda la Noche de los Cristales Rotos, 70 años atrás, y también la Caída del Muro, en 1989.

"La noche de la alegría, la noche de la vergüenza", sintetizó hoy el diario "Der Tagesspiegel" ante ambos aniversarios confrontados.

Los pogromos de 1938 siguen avergonzando a la Alemania actual, porque simbolizan el inicio de una persecución que desencadenó un Holocausto cifrado en seis millones de judíos muertos.

La Caída del Muro representó no solo el fin de décadas de división de la ciudad "mártir" de la Guerra Fría, sino también de la bipolaridad en bloques de Alemania y el resto del mundo.

Para Berlín fue una hazaña heroica, el triunfo de la revolución pacífica contra el régimen comunista satélite de Moscú.

La conmemoración de la Caída del Muro fue este año discreta. Apenas una ofrenda floral institucional en la Bernauerstrasse, una de las calles que quedó partida por el Muro y donde se conserva aún un fragmento de éste.

La gran ocasión para recordar la noche más hermosa en la historia berlinesa reciente queda para 2009, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la apertura de facto de la frontera interalemana.

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