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Miles de personas abandonan Urumqi

El Gobierno chino eleva el número de víctimas mortales a 184 y ordena cerrar las mezquitas

HERIBERTO ARAÚJO

'Recen en sus casas', indica un documento colgado en las puertas de las mezquitas de Urumqi, la capital de la región china de Xinjiang. Aunque es viernes, el día más importante para la oración de los musulmanes, las mezquitas fueron cerradas por orden del Gobierno chino, una medida que irritó a la comunidad uigur y aumentó el miedo a nuevos disturbios, propiciando el éxodo de miles de personas.

Todavía en estado de shock por la violencia del domingo, habitantes de etnia han yuigur se desplazaron este viernes hasta las estaciones de autobús y de tren de Urumqi para abandonar la ciudad. A la espera de que desaparezca la tensión, buscaban un billete para volver temporalmente a sus lugares de origen.

Los que se quedaron, desafiaron la orden de Pekín. 'Es viernes y tenemos que efectuar nuestras oraciones. ¿Por qué nos cierran los templos?', preguntaban cientos de fieles congregados en la mezquita Baitula, en pleno corazón del barrio uigur de Urumqi.

El objetivo de las autoridades chinas era evitar reuniones masivas de uigures, pero algunos templos desobedecieron la prohibición por la presión popular y abrieron sus puertas, como fue el caso de la mezquita Blanca. Situada al sur de la Plaza del Pueblo, donde se produjeron los enfrentamientos, permitió la oración del mediodía para calmar los ánimos de cientos de musulmanes.

'Los uigures quieren una vida pacífica. El brote de violencia no es una cuestión religiosa o nacional', asegura el imán Abudú Xukur, que regentala mezquita de Baidasi.

'En 40 años jamás viví algo parecido. El problema actual tiene su origen en los inmigrantes uigures, que llegan a la ciudad para labrarse un futuro y sufren la desigualdad. Creen que son víctimas de la injusticia y condenan que los han tengan un nivel de vida muy superior al suyo', agrega.

Pekín publicó a última hora de ayer un nuevo balance de víctimas, elevando la cifra a 184 muertos. Por primera vez, las autoridades provinciales precisaron la etnia de los fallecidos: 137 han, 46 uigures y un hui.

Los datos contrastan con los del exilio uigur, que denuncia la muerte de centenares de los suyos en los choques. En los barrios musulmanes también cuestionan el discurso oficial y atribuyen a los han y al Ejército la mayor brutalidad.

'Vinieron aquí con cuchillos, barras de hierro y espadas. Eran unos 600 han y la Policía no los contenía. Cinco de los nuestros murieron por heridas de bala', aseguraron a Público varias mujeres del barrio uigur situado junto a la mezquita de Baitula.

'Ayer se llevaron a 30 personas detenidas', critica este hombre menudo que tiene miedo a identificarse. 'No podemos rezar ni hablar con los extranjeros', se justifica, asegurando que la Policía escucha las conversaciones con antenas instaladas en las azoteas de sus casas de adobe.

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