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Con un minuto le basta

Un gol de Van Nistelrooy en el 91 da los tres puntos al Real Madrid. Heinze adelantó a los blancos, pero Sergio García empató gracias a un penalti que le costó la expulsión a Marcelo

ENRIQUE MARÍN

Salvo porque el titular podría malinterpretarse y no se ajustaría a la realidad de un partido en el que las jugadas polémicas no beneficiaron precisamente al Real Madrid, pues el Betis se las cobró una a una, la crónica del aburrido y vulgar enfrentamiento entre blancos y béticos en el Ruiz de Lopera bien podría llevar por título el famoso así, así, así gana el Madrid.

Escenario: las agujas del reloj sobrepasando el minuto noventa, el Betis desbocado sobre la portería de Casillas, la grada alentando el 2-1, el Madrid achicando balones y Schuster dando por bueno el empate. Babic intenta sorprender a Iker con un disparo seco que el portero ataja en dos tiempos. Casillas saca rápido y la contra, bien llevada por Robben, pilla a todo el Betis desperdigado y a Nelson enganchado en defensa rompiedo el fuera de juego de Van Nistelrooy. El holandés, una garantía cuando se trata de rematar jugadas, recibe con tranquilidad, apunta con precisión y dispara con sutileza para batir a Casto y dar los tres puntos a su equipo. Van Nistelrooy suma ya 44 goles en 64 partidos como madridista, a una media de 0,67 por encuentro.

Esta es la tónica del Real Madrid, capaz de sacar in extremis una victoria donde sólo había un empate y las tablas se antojaban justas. Su pegada se lo permite, con más razón ante un Betis sin el rigor colectivo mínimanente exigible para sacarle brillo a unos futbolistas que individualmente son más de lo que parecen y hacen.

El Madrid desempaquetó el encuentro con la única intención que se le conoce, poner la directa sobre la portería rival. Liderado por un De la Red que crece partido a partido, la intensidad que le imprime al juego el equipo de Schuster no es fácil de resistir. Y más para un equipo tan impreciso, por precipitado, como el Betis de Chaparro. Puede que el técnico trianero sea un excelente motivador, ya sea a través de la música o de la literatura. Lo que no parece es ser un gran estratega. Planteó un 4-1-4-1 que, se supone, pretendía asfixiar al Madrid, pero lo que ocurrió fue precisamente lo contrario: quien se asfixió fue el Betis. Si a eso se le suma el regalo a Heinze, que remató completamente solo una falta sacada desde la izquierda por Van der Vaart, el partido en seguida se le puso demasiado cuesta arriba a los verdiblancos. Su único argumento eran los tiros lejanos de Emaná, que obligaron a Casillas a lanzarse al suelo, aunque más por una cuestión rutinaria que para evitar el gol. Sólo cuando la primera parte se apagaba, el camerunés enganchó un buen disparo que Iker sólo pudo evitar que acabara en gol con ayuda del poste. Triste bagaje el de los béticos, consecuencia inevitable de su fútbol deshilachado y sin criterio.

El penalti y expulsión protagonizado por Marcelo sobre Damià al inicio de la segunda parte dio vida a los de Chaparro. El gol de Sergio García, que marcó tras adivinar y rechazar Casillas su lanzamiento desde el llamado punto fatídico, niveló el marcador, pero sólo aparentemente el partido. Schuster movió el banquillo y recompuso su equipo dando entrada a Torres por un desaparecido Raúl. Tras su dos goles al Sporting no faltaron quienes quisieron reabrir un debate que lleva tiempo cerrado. Puede que a Raúl aún le quedes goles por marcar en el Madrid, pero su fútbol se apaga partido a partido y ayer ni siquiera humeó. El 7 se está convirtiendo en un meritorio, algo que no se merece, pues no tiene que demostrar lo que fue y lo que es le deja en evidencia. Por más que Schuster le quiere premiar con la titularidad y asegure que lo que necesita es jugar partidos, ayer su titularidad en detrimento de Higuaín, por lo que ni el Madrid ni Raúl salieron beneficiados.

Media hora estuvo con superioridad numérica el Betis, aunque los de Chaparro fueron incapaces de aprovecharla. Es más, sólo cuando la expulsión de Sergio García por doble amarilla les dejó con diez empezaron a creer en la victoria. La irrupción de Pavone complicó las cosas a la zaga madridista.

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