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"La mujer es libre a partir de los sesenta años"

Kalpana Swaminathan aborda la novela negra con una detective sexagenaria

PAULA CORROTO

Hasta ayer, Kalpana Swaminathan (Bombay, 1956) no conocía la nieve. Vestida con un sari, comentaba maravillada la caída de los copos mientras la fotografiaban para la entrevista. '¿Aquí no hace siempre sol?', se preguntaba. No, es un prejuicio que no siempre funciona.

Ella también ha roto los estereotipos con la serie de novelas negras que emprendió con Los crímenes de Ardeshir Villa y que ahora continúa con La canción del jardinero (ambos de Siruela). Están protagonizadas por una detective de sesenta años que vive en el centro de Bombay. Al contrario de la tendencia occidental, Lalli es una mujer que no está masculinizada ni es joven. 'La creé así porque a los sesenta años es cuando por fin la mujer se siente libre. Es ella misma y puede pasárselo bien. Es en ese momento cuando puede empezar a ver las cosas desde fuera', explica.

Además, Swamanithan tenía otra razón fundamental: 'Una mujer puede ser mejor detective que un hombre porque somos mucho más observadoras y porque, a través de los siglos, hemos tenido que luchar contra muchos obstáculos. Eso nos ha hecho más listas', afirma.

Sus novelas suponen también un fresco alejado de la imagen que tiene Occidente de la India. Esa potencia económica emergente de la que habla la prensa no aparece por ninguna parte. 'No soy economista, pero sólo sé que, mientras haya un niño que se muere de hambre, ese sistema falla', sostiene. Tampoco se ve en sus historias ese glamour de la pobreza que fascina tanto a los extranjeros. Es más, en su última novela hay una critica hacia esta actitud, aunque la escritora reconoce que la entiende: 'Es una disfunción común de la naturaleza humana. Es algo obsceno y prohibido, pero precisamente por eso nos gusta verlo'.

Cirujana de profesión, Swamanithan aborda sus novelas como si fueran una operación quirúrgica. Abre, recoloca los órganos, cierra y deja una cicatriz. 'Si un cirujano o un escritor no lo hacen, no son buenos', apostilla. En ambas profesiones hay también una pasión por la búsqueda. En un caso, del origen de la enfermedad, y en el otro, de la verdad. 'Creo que esa pregunta sobre cuál es la verdad está en todos los escritores. Por eso, toda novela, sea cual sea su género, es pura filosofía', asegura.

De ahí que los crímenes de sus historias sólo sean una excusa para reflejar una sociedad. 'Un escritor disfruta mucho del género negro porque, bajo la presión del asesinato, las personas actúan como son. En realidad, una novela negra es como meter a alguien una pistola en la boca y decirle: ¡vamos, quítate la careta!'. En marzo saldrá su tercera novela sobre la detective Lalli en inglés.

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