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Una mujer en el trono del faraón

Hatshepsut gobernó durante dos décadas en el Antiguo Egipto

GUILLAUME FOURMONT

El sacerdote, vestido con una piel de leopardo, bendice las ofrendas. Asiste a Hatshepsut, el faraón, quien dedica especias, oro, marfil, al Dios Amón, símbolo del poder creador.

Hatshepsut luce el nemes, corona de tela rematada con la cobra y la barba postiza, tributos del faraón. Un matiz delata, sin embargo, la identidad del rey del Antiguo Egipto. Detrás de su vestido blanco, se vislumbra las formas de su pecho: Hatshepsut no era un hombre, sino una mujer que gobernó durante dos décadas el país del Nilo.

La desaparición de su cuerpo alimentó todas las leyendas sobre su figura: una mujer ambiciosa y calculadora, que usurpó el poder. Al final de su reinado, hacia el año 1458 a. C., las referencias a su obra fueron borradas, aunque cuando Hatshepsut llegó al poder, 21 años antes, Egipto entró en una época de bonanza económica, una época pacífica y de construcciones. Era la edad de oro de la XVIII Dinastía.

Resulta difícil conocer la fecha de nacimiento de Hatshepsut. Los cartuchos recuerdan que era hija de Amón, aunque su padre era Tutmosis I, un general que subió al trono. Su infancia transcurrió entre las residencias reales de Tebas y de Karnak y, como hija mayor, cuidaba de sus hermanos. La muerte prematura de éstos fue decisiva en el destino de Hatshepsut. Cuando fallecieron Amenmose y Uadyemose, el faraón se quedó sin descendiente varón y Tutmosis I se acercó a su hija. La consideraba como la mejor vía de continuidad.

El reinado de Tutmosis I fue corto y, cuando murió, el poderoso Ineni, el arquitecto real, consiguió instalar en el trono a Tutmosis II. Para reforzar la estirpe real, Hatshepsut se casó con el nuevo faraón y hermanastro, aunque la 'Esposa del Dios' pronto se convirtió en regente: Tutmosis II murió de un ataque cardíaco.

El niño que Tutmosis II tuvo con otra mujer era demasiado joven para gobernar. En 1479 a. C., Hatshepsut alejó del poder a Ineni y se hizo con las riendas del país: se autoproclamó faraón. Ella era Maatkaré, Rey del Alto y Bajo Egipto, Hija de la Luz Divina.

Se atribuyó todos los poderes y Tutmosis III se quedó en la sombra. En las ceremonias oficiales, siempre aparecía detrás de Hatshepsut, aunque lucía la cobra dorada en la cabeza y la barba postiza. La imagen de hombre y mujer se confundían, porque ella era faraón, el portavoz de los dioses. En los textos, no ocultó nunca su sexo, reivindicó ser hija de Amón; en las imágenes, ella aparecía vestida de mujer, aunque posaba como un rey.

Hatshepsut tenía el respaldo del clero y de Senenmut, preceptor y arquitecto, quien también fue el padre de su hija. Senenmut administraba los bienes de la faraón. Egipto era un país rico que ahorró el dinero de las campañas militares para edificar obeliscos y palacios, buscar riquezas. El incienso y la mirra llenaban sus barcos y enriquecieron el país. Venían de Punt, un país aún desconocido, que podría ser la actual Somalia.

La muerte prematura de su hija Neferura acabó con la esperanza de Hatshepsut de fundar una dinastía de mujeres. Cuando la faraón falleció en 1458 a. C., Tutmosis III ya tenía sed de poder. Nada más subir al trono, mandó borrar todas las referencias de su predecesora de los lugares públicos.

También se acusó a Tutmosis III de su asesinato, aunque la identificación de la momia de Hatshepsut, en 2007, reveló que fue víctima de un absceso dental.

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