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Mvezo entra en el siglo XXI

Una multinacional financia una escuela de Ciencia y Tecnología en el pueblo natal de Nelson Mandela

GEMMA PARELLADA

El viento intenso peina las peladas montañas de esta remota Suráfrica, en la Provincia del Cabo Oriental. La hierba alta y amarillenta –ahora que el seco invierno austral azota los campos– se somete al helado soplo de aire, en las colinas que mecieron al líder surafricano Nelson Mandela cuando era niño. En su pueblo natal, Mvezo, las cabañas no tienen grifos, ni agua que corra por ellos. Tampoco electricidad. Y el sistema de sanidad y de educación del que disfrutan otras partes del país apenas se percibe aquí. Pero ahora este pueblo pronto tendrá una escuela privilegiada y puntera en tecnología, respetuosa con el medio ambiente y que pretende ser referencia en toda la región.

El proyecto lo financia la multinacional alemana Siemens, aunque la idea fue impulsada por la comunidad local y en especial por su jefe tradicional, Nkosi (o rey) Zwelivelile Mandela (más conocido como Mandla Mandela), nieto del premio Nobel de la paz y expresidente. El nieto del líder antiapartheid ha acumulado mucho peso político desde que, en 2007, inició su vida pública por designio de su respetado abuelo.

La ceremonia de colocación de la primera piedra del futuro centro docente (que, por supuesto, se llamará Nelson Mandela) quiebra la rutina sin motores de la aldea. Las hordas de visitantes de la gran ciudad (con la ministra de Educación Básica incluida) y el helicóptero que desciende depositando al consejero delegado de la multinacional, Peter Loescher, chocan con la realidad austera de los habitantes de los montes en una extraña escena.

“La educación y la sanidad son dos puntos clave para el desarrollo”, cuenta el poderoso anfitrión, Mandla Mandela, que considera que “sólo pensando abiertamente y abrazando la comunidad global en la que vivimos seremos capaces de cambiar el futuro de nuestra juventud y dar forma a su interpretación del mundo en que vivimos”.

Mandla le debe estas ideas a su abuelo, según confiesa él mismo. Como también le debe su poder y su reinado. Los ancianos pidieron a Nelson Mandela que tomara las riendas del Consejo Tradicional de su Mvezo natal hace 70 años, pero las ocupaciones del icono de la lucha por la liberación de la población negra en Suráfrica y las posteriores tareas de hombre de Estado no le dejaron oportunidad, así que declinó la oferta para, décadas después, delegar en su nieto. Pero no sólo eso, la cercanía entre ambos quedó probada durante la pasada campaña electoral, cuando Mandela apareció en un mitin en apoyo al ahora presidente Jacob Zuma. Aunque la Fundación Mandela, que oficialmente gestiona su agenda, se lo había desaconsejado por su delicado estado de salud, el anciano acudió a escuchar la intervención de su nieto Mandla.

La nueva escuela de secundaria, especializada en ciencia y tecnología, se construirá en una pendiente que desciende hasta el río Mbashe –el que sacia al ganado y a los aldeanos de Mvezo– y tendrá capacidad para 700 alumnos. Sus instalaciones incluirán un internado, para minimizar uno de los muchos problemas que favorecen el abandono escolar en áreas como esta: el transporte y las distancias.

También dispondrá de un alojamiento para los profesores (al otro lado del río, para que los alumnos no les estorben) con la intención de convencer a los pedagogos acostumbrados a los centros urbanos y servicios básicos de que ir a enseñar a una escuela rural no significa renunciar a todas las comodidades.

El centro está pensado como una herramienta para formar a jóvenes, pero a la vez quiere ser un polo de desarrollo en el pueblo. Contará con el primer sistema de potabilización de agua de la aldea y experimentará con la energía solar, siendo una estructura totalmente autosuficiente y “verde”. Siemens la armará con tecnología puntera y ordenadores, y el departamento de educación ha prometido mimar este símbolo del progreso campesino, en un gesto por defender sus esfuerzos para reducir la distancia entre las dos Suráfricas, que se desarrollan a dos ritmos distintos.

La economía más potente del continente africano no representa ni beneficia a la mayoría de la población, y los habitantes de Mvezo forman parte del más del 40% de pobres que hay en el país.

Pero no hay fechas previstas, ni para la finalización de la construcción ni para el inicio del primer curso. Peter Loescher, consejero delegado de Siemens, dice que se va a terminar “cuanto antes”, pero no sabe especificar la dimensión de la inversión en dólares, euros o rands (la moneda local).

Loescher remarca que su compañía está en Suráfrica hace más de 150 años y que por eso su empresa se considera ya un “ciudadano corporativo” del país.

El ejecutivo asegura que construir la escuela en la localidad natal de Mandela es su manera de devolver a la sociedad surafricana algo de lo que ha dado a la multinacional.

Pero detrás de las declaraciones grandilocuentes, a nadie se le escapa que el proyecto lleva el sello “Mandela”, un nombre publicitario excelente.

La multinacional alemana ya tiene su publicidad; ahora deberá acometer la tarea de buscar buenos profesores dispuestos a retirarse al aislamiento de Mvezo.

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