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"No creo que sea un buen ser humano"

Cineasta. El Festival de Gijón dedica una retrospectiva al autor de 'Contra la pared' y 'Soul Kitchen', premio al mejor guión en la Mostra

SARA BRITO

Fatih Akin (Hamburgo, 1973) está cansado de arrastrar la losa de 'gran director panaeuropeo', de ser el tipo del que se espera el gran drama sobre la nueva Europa, una en la que, más que fronteras en su caso, las que hay entre Alemania y Turquía, lo que hay son puentes. Así que el director alemán de origen turco, el autor de premiados melodramas como Contra la pared (2004) o Al otro lado (2007), ha decidido pegar un volantazo y girar hacia la comedia de filiación gamberra. Soul Kitchen, que cuenta los dislates del dueño de un restaurante en crisis permanente, ha sido la película inaugural del Festival de Gijón, que le dedica una retrospectiva. Hablamos con Akin sobre su vena melómana y sus ansias por escapar de la imagen que todos esperan de él.

En Soul Kitchen, como suele pasar en su cine, la música es esencial. ¿Utiliza usted las canciones para construir las películas?

La música es una llave para entrar en el proyecto. Siempre es la historia la que pide una música determinada. No me gusta que los directores usen sus canciones favoritas en los filmes. Enseguida me doy cuenta cuando alguien lo hace; por ejemplo, Guy Ritchie. Yo trato de encontrar el concepto. En Soul Kitchen, toda la atmósfera debía ser la de cierto cine negro de los años setenta, el blaxploitation. Desde el póster a la puesta en escena, incluso el humor. He intentado encontrar el sonido de Hamburgo.

'En mi nuevo filme, el malo es un especulador inmobiliario'

¿Y es soul?

Sí, es soul definitivamente. Fuera de EEUU, es el mejor lugar para escuchar soul. Y sí, tengo muchos discos en casa, pero no soy un freak del soul.

¿Y de otro estilo de música?

De lo que tengo más discos es de hip hop. Pero cuando lo escuchas, te das cuenta de que no habría hip hop sin soul, ni soul sin jazz y de ahí al blues, que viene de las canciones de los esclavos.

¿Está cansado de que le consideren el paradigma de cineasta europeo humanista?

La gente dice eso, pero mis películas representan mi personalidad, y mi visión del bien y del mal. Por ejemplo, en Soul Kitchen el malo es el especulador inmobiliario, que son los causantes de la crisis económica. Y el bueno de la película es el tipo trabajador que tiene un pequeño restaurante. ¿Me convierte eso en un humanista? No lo sé. Ni siquiera creo que sea un buen ser humano. Trabajo todos los días para ser un poco mejor.

En cualquier caso, Soul Kitchen es una comedia ligera, que parece nacer de la necesidad de aligerar el peso de Contra la pared y Al otro lado. ¿Quería desprenderse de su etiqueta de gran director de dramones europeos?

Soy un cineasta honesto y, la verdad, había acabado exhausto con mis anteriores películas. Cada filme representa mi estado de ánimo. Cuando hice Contra la pared, estaba enfadado por la guerra de Irak. Por eso me salió una obra llena de rabia, aunque no hablara directamente del conflicto. Y cuando hice Al otro lado, acababa de tener un hijo, y empecé a plantearme la tensión entre la vida y la muerte. Estaba en un estado más melancólico, de ahí el tono de la película. Y bueno, mientras hacía Al otro lado, un amigo cercano, mi mentor, mi maestro, Andreas Thiel, murió. Él siempre me animó a hacer Soul Kitchen.

'No quiero volver a hacer más obras sobre la relación entre Turquía y Alemania'

¿El guión de Soul Kitchen viene de lejos?

Sí, lo he reescribí una y otra vez, pero nació después de Contra la pared. Deseaba hacer algo divertido, luminoso. Conocía los riesgos que corría por la reputación que me había ganado. Pero no quiero ser esclavo de mi éxito, sino ser libre.

A lo largo de su filmografía, ha ido tocando diversos géneros, del documental al melodrama y ahora la comedia. ¿Se ve rodando cine negro o ciencia ficción?

Me encantaría. Tengo una carrera por delante en la que espero tener tiempo para todo eso. Quiero aprender a trabajar en diferentes géneros porque amo el cine. Sé que es difícil. Cuando conoces las reglas y eres capaz de jugar con ellas, te conviertes en un maestro. Y eso es en lo que quiero convertirme, en un maestro del cine.

En Soul Kitchen, no hay viaje a Turquía, ¿lo evitó adrede? ¿Quería contar una historia con una sola localización?

Quería hacer una película sobre alguien que no tiene que encontrar su lugar en el mundo porque ya sabe dónde está. Mis películas siempre tratan el tema del hogar. En las anteriores, los protagonistas buscaban su lugar o vivían en un hogar en movimiento. El de Soul Kitchen ya sabe a dónde pertenece y de alguna manera representa mi viaje cinematográfico.

¿Cree que ya terminó su etapa turco-alemana?

Mis maestros siempre me han dicho que cuente historias sobre el mundo que conozco. Cuando hice Contra la pared, no tenía en la cabeza hacer una historia sobre la mezcla de las culturas turca y alemana, sino una gran historia de amor, tipo amour fou. Me interesan los amores no correspondidos, trágicos, a lo Goethe. La gente vio más el mundo en que decidí contarlo que la historia de amor y eso me frustró. Ahora creo que podría tocar temas turcos directamente, como Armenia, los traumas de ese país

Es curioso porque su cine, aunque toca temas de identidad, no se detiene en hechos históricos concretos

Los hechos históricos son grandes temas. Una película sobre la masacre de los armenios remite a otras matanzas, a otras culturas. Tiene conexiones con el Holocausto o con la matanza de indios americanos. No quiero volver a hacer más películas sobre Turquía y Alemania, no quiero encasillarme. Soul Kitchen es un paso en esa dirección.

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