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"No somos del todo escuchados"

Con 55 años, Luis cree que no hay suficiente sensibilidad ante el paro

A.R.

Licenciado en ingeniería de Telecomunicaciones, es máster en tecnologías de la información, domina el inglés, habla francés y está en paro. Es Luis, madrileño de 55 años, de los que ha pasado 30 trabajando sin interrupción. Hasta que hace, más o menos, año y medio la empresa para la que trabajaba prescindió de él. Al poco tiempo, una chica joven y con un sueldo mucho menor, ocupaba su puesto. 'Las empresas están aprovechándose de las circunstancias y apretando el factor empleo. Con el sueldo que yo cobraba pueden contratar a tres jóvenes', asegura Luis.

Desde entonces, este ingeniero envía entre 30 ó 40 currículos al mes. Se ayuda de páginas web dedicadas a la búsqueda de empleo y de head hunters (cazadores de talento). No ha dado resultado, por el momento. 'La mayoría de empresas ya ni me contestan, y las que lo hacen me dicen que en su situación no pueden generar nuevos puestos de trabajo', explica.

Luis busca también fuera de España: 'No tendría problema en irme si encuentro alguna oferta de trabajo, es más, creo que puedo tener más posibilidades en el extranjero'.

En su situación de paro, considera clave un factor: la edad. Tener 55 años no le resulta una ventaja, al contrario, es un gran inconveniente. 'En los mercados de trabajo de otros países valoran la experiencia, aquí no'. Luis se considera un 'efecto colateral' de las cientos de prejubilaciones llevadas a cabo por las empresas, ya que no puede acudir a ellas a pedir trabajo 'porque a toda la gente de mi edad ya la han prejubilado'.

Vive de la prestación de paro que aún cobra y de un finiquito 'generoso', pero ya siente agobio cuando piensa en el día en que se quede sin ninguna de las dos cosas. 'También pienso en la jubilación', admite. Y es que el cálculo de la pensión se hace con los últimos quince años de vida laboral, lo que perjudica a las personas que como él quedan en paro en sus últimos años de trabajo.

Para evitarle disgustos a su madre, que se encuentra en una delicado estado de salud, le oculta su situación, aunque deja claro que no es por vergüenza. 'Pero sí conozco a gente que esconde que está en parp porque se siente acomplejada', asegura.

Para reivindicar cambios y luchar por los derechos de los desempleados, Luis se asoció a la Asociación Nacional de Desempleados. Aunque iba a formar, junto con otros parados, su propia asociación, finalmente se decidieron por integrarse en esta, 'para tener más fuerza y no estar tan dispersos'. 'La percepción que tenemos es que somos números, pero detrás hay personas, historias, a veces muy jodidas, y que no somos del todo escuchados ni hay la suficiente sensibilidad en la sociedad', dice. Por eso, confía en que un movimiento asociativo fuerte ayude a canalizar las preocupaciones de las personas en paro.

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