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¡Así no es el Madrid!

Sus miedos y las bajas obligan a los madridistas a protagonizar un partido propio de equipo de mitad de la tabla

LADISLAO J. MOÑINO

Así no es el Madrid, tergiversando la incendiaria frase que cantan en El Molinón cada vez que lo pisan los blancos. Así no es el Madrid que se imaginaba a estas alturas de temporada.

Para estas fechas, nadie discutiría que apostar a Kaká y Cristiano era hacerlo sobre seguro. Pero en la octava jornada nadie podía sospechar que el fútbol fluido no apareciera en una inversión de 253 millones de euros. Se acuesta líder, pero puede ser igual de irreal que lo que dicen sus números si el Barça vence este domingo.

El equipo de Pellegrini jugó dos partidos, uno en cada tiempo y en ambos se le diagnosticaron todos sus males. En el primero, fue un equipo contraído, con los miedos y las dudas castrándole. Con los errores descentrándole. Un error de Ramos o de Pepe en un pase puede derivar en una descomposición general que deslabaza todo. Una señal inequívoca de que la autoestima está bajo mínimos.

En la segunda mitad, con el Sporting fundido físicamente, el Madrid sí fue el protagonista con el balón. Ese dominio fue el que reveló que no hace daño por los costados porque no tiene precisión en el pase desde allí. En este aspecto, lo de Ramos es para que se mire las botas. También el exceso de posesión descubrió que, sin toda la dinamita, la pegada que evitó debacles con el Tenerife, el Xerez y el Marsella, no es tan rotunda.

Los blancos jugaron dos tipos de partido y en cada uno lucieron sus males  

Sin Cristiano Ronaldo, sin Benzema, sin Higuaín, sin pegada rotunda, con la inseguridad que le han creado las derrotas y no encontrar el fútbol que se le demanda, el Madrid se obligó a jugar de inicio un partido muy de pizarra. Académico, pero gris.

El equipo que se compró este verano un aura de púrpura se bajó al barro. A jugar un fútbol más terrenal. Un partido más propio de otros equipos de perfil más bajo. Un juego en el que las posiciones y los movimientos están más medidos. Con el mes de noviembre a la vista, esa incertidumbre obliga al Madrid a empezar de cero. A emplear conceptos que hasta ayer pasaba por encima, sobrado como se creía para reventar los partidos por el medio, a base de pegada y con las arrancadas de Kaká y Cristiano.

La presencia de Marcelo y Drenthe en una misma banda provocó que, por primera vez en la temporada, Pellegrini rectificara su concepto de jugar en los costados con pares. Bueno, sólo en la izquierda, porque Granero no quiso comprender el partido que propuso su equipo; no ayudó a Ramos, que se vio desbordado en el principio por Diego Castro y Canella.

Lo que Pellegrini negó en la rueda de prensa previa al partido lo confirmó ayer con su alineación. Las bandas, sólo para los laterales no le funcionan. Con Drenthe y Marcelo por fin el Madrid escribió recto un viejo renglón táctico. Uno por fuera, otro por dentro y un espacio que se genera. Si es para Kaká, mejor. Así pudo enseñar su devastador cambio de marchas en un par de ocasiones. El brasileño jugó por detrás de Raúl, más centrado, lo que le valió para intervenir más. Ahí ha podido encontrar Pellegrini una solución a sus intermitencias.

Pellegrini rectifica y por primera vez juega con pares en las bandas 

Metido en ese partido de vagón del medio de la Liga, el Madrid se expuso a todo lo que conllevan esos duelos que estaban escritos para otros. A que el contrario le haga daño, porque acepta no tener el control del partido. Mientras tuvo las piernas frescas, el Sporting quiso ganar el partido por las bandas. Luis Morán reventó la cintura de Marcelo y su rosca la envió arriba Barral. De las Cuevas volvió a enredar las caderas del brasileño y Casillas tuvo que sacar una mano abajo.

La fluidez del Sporting nace en las botas de Rivera. Tan pequeño como criterioso. Forma parte del grupo de juveniles avanzados junto a Víctor, Álvaro, Raúl y Guti, con el que trabajaba Cappa cuando compartió el banquillo del Bernabéu con Valdano. Rivera es otro de los mediocentros que le ha enseñado al Madrid este año que lo que sus contrarios hacen con sencillez y facilidad a los jugadores de Pellegrini les cuesta horrores.

El Madrid tuvo que jugar un fútbol más terrenal y bajarse al fango  

Xabi Alonso no acaba de mezclar con Lass ni con Diarra. Está impreciso en el pase, con dudas para jugar en largo o en corto. Granero se ha difuminado entre castigos, cambios de posición y su indolencia. Su falta de colaboración defensiva con Ramos es más motivo de banquillo que aquella espantada.

Para colmo, él tuvo la ocasión más clara para marcar, generada en otro dos contra uno en banda, esta vez por la derecha. Ramos no tuvo que entregar esta vez una rosca, sino un pase cantado a Kaká por bajo, y el centro del brasileño lo tiró Granero a los pies de Juan Pablo. Lo demás fueron jugadas a balón parado fiadas a Van der Vaart. Eso no es el Madrid. Es un equipo con muy poco fútbol.Del vagón del medio...

 

Sporting: Juan Pablo; Lora, Botía, Gergory, Canella; Míchel, Rivera; Luis Morán (Iván Hernández, m. 80)), De las Cuevas (Carmelo, m. 74), Diego Castro; y Barral (Bilic, m. 63).

Real Madrid: Casillas, Ramos, Garay (Albiol, m. 64), Pepe, Marcelo; Xabi Alonso (Van der Vart, m. 76), Diarra; Granero, Kaká, Drenthe (Guti, m. 57); y Raúl

Árbitro: Teixeira: Amarilla a Ramos, Raúl, Botía, Diarrá y Rivera.

El Molinón: 25.000 espectadores. 

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