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El nuevo flamenco y el tradicional se dan cita en las noches parisinas

EFE

José Galván, Andrés Marín y Rafaela Carrasco, tres bailores españoles con tres visiones diferentes de interpretar el flamenco se dan cita esta semana en las Noches Flamencas del festival "París quartier d'été".

Los encargados de abrir estas cuatro veladas que la capital francesa dedica hasta el sábado al flamenco en el patio del Palais Royal fueron los sevillanos José Galván y Andrés Marín, dos generaciones de bailaores con propuestas diversas.

Con más de cuarenta años sobre los escenarios, Galván presentó al público parisino su coreografía "Maestría", que recoge sus vivencias y experiencia como maestro de baile de una academia de Sevilla desde el año 1977.

"Trabajar en el estudio me ha dado mucha satisfacción, porque muchos de mis alumnos han sido premios nacionales de danza y pueden vivir del baile y esos reconocimientos son los que le coronan a uno como maestro", comentó a EFE el bailaor, padre de los también bailarines Israel y Pastora Galván.

A pesar de una lesión en la pierna, que le impide "dar el cien por cien" en el escenario, se mostró muy satisfecho con la acogida que siempre le ha brindado el público galo en las numerosas ocasiones que ha recalado en los escenarios de París y de Nimes.

"Casi se podría decir que hay más cultura de flamenco en Francia que en España, porque como sabemos que es nuestro y nos pertenece, muchas veces no lo valoramos como se merece", apuntó.

En este punto discrepa Andrés Marín (1969), uno de los exponentes del nuevo flamenco, para quien "Francia es un país privilegiado culturalmente, con un gran interés por ella" y en donde hay más interés por el arte que en España, aunque no por el flamenco.

Marín mostró a los espectadores de la capital francesa esta semana su "Vanguardia jonda", un montaje inspirado en una noche en un café cantante, lugares que presenciaron en las primeras décadas del pasado siglo un "renacer del flamenco" y en donde se interpretaban "palos muy profundos", explicó a EFE.

Con una actuación que incluye piano, percusiones con agua y juegos de luces, el sevillano no consideró que su forma de entender el flamenco sea poco ortodoxa, ya que "el flamenco de raíz nunca ha sido un estilo hermético", sino "individual y anárquico".

"Lo que la gente cree que es el flamenco es una estandarización que se concretó en la época de la dictadura, que transformó en hermético el flamenco, además de la libertad de la expresión, y estableció una serie de códigos", indicó.

"Parto de la tradición y sobre ella me muevo en la libertad de expresión sin censuras", destacó Marín, de madre cantaora y padre bailaor, antes de agregar que en el escenario baila para sí mismo, porque "es la mejor manera de no equivocarse y mostrar lo mejor al público".

En cuanto a la corriente de nuevo flamenco que representa junto a otros artistas como el bailarín Israel Galván, Marín destacó que ha escogido "ese camino con todas las consecuencias", porque "muchas veces se llega a los sitios y el público no entiende el sentido".

En esta misma corriente se siente cómoda la bailaora Rafaela Carrasco (Sevilla, 1972), quien estrena hoy en París su "ConCierto gusto", un montaje de música y baile, en el que representa diferentes palos del flamenco llevados a su terreno.

"Me gusta utilizar los silencios y en mis coreografías empleo con frecuencia el concepto de escena, lo que le puede dar en ocasiones una estética de danza contemporánea", reconoció la artista, que empezó a bailar flamenco con 6 años.

"Vengo del flamenco más tradicional, pero soy inquieta y utilizar sólo la técnica del flamenco me limita mucho", continuó Carrasco, "he pasado ya por muchas etiquetas, pero no limito a ellas, sino que adecúo las coreografías a lo que quiera contar y bailar".

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