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Las obsesiones del coreógrafo Maurice Bèjart se escenifican en el teatro Real

EFE

Las obsesiones y constantes en la obra del recientemente fallecido Maurice Béjart se reúnen en "Zarathoustra: Le chant de La Danse", una de las últimas creaciones del coreógrafo francés que lleva al Teatro Real el Béjart Ballet Lausanne, la compañía heredera de su legado.

Cinco únicas funciones para evocar el talento de Béjart, que falleció el pasado mes de noviembre a los 80 años de edad, y unir sobre el escenario su pasión por el pensamiento de Nietzsche y por compositores como Beethoven, Bach o Wagner, de cuyas melodías se sirve esta coreografía.

El ballet, que lleva su nombre y que él mismo creó en 1987, llega mañana al Real y conmemora con "Zarathoustra: Le chant de La Danse", creada en 2005, "los 50 años de diálogo entre Maurice Bèjart y Nietzsche", que se inició con "Orphée", inspirado en "El nacimiento de una tragedia" del filósofo alemán, ha apuntado hoy Gil Roman, director artístico del Béjart Ballet Lausanne.

Esta coreografía, que ahora se estrena en España con Elisabet Ros y Julien Favreau en papeles principales, nace de "Así habló Zaratustra", texto en el que "la danza vuelve a mostrarse constantemente como una obsesión espiritual y física, a la vez que nos obliga a pensar", apuntó en su día el propio Béjart.

El francés contestó a su vez al pensador con este ballet: "Un himno al cuerpo humano danzando más allá de los siglos, de las razas y de las civilizaciones", con el que la Béjart Ballet Lausanne debuta ahora en el Real.

El diálogo entre ambos "ha sido un intercambio continuo" a lo largo de la trayectoria del coreógrafo, que "ha nutrido su creatividad y que la ha mantenido viva", ha explicado Gil Roman, quien trabajó junto a Béjart a lo largo de 30 años y considera al maestro francés "un maestro".

Friedrich Nietzsche, un músico frustrado que dedicó parte de sus escritos a la música y la danza, también está presente en "Zarathoustra: Le chant de La Danse" con una de sus composiciones para piano, incluida entre las melodías que dan forma a esta coreografía.

Especial atención prestó Maurice Béjart en su obra a la relación de amor-odio entre el filósofo y Wagner, "un amor conflictivo pero duradero que se mantiene vivo en este ballet", ha apuntado Roman, para quien "Béjart se identifica con Nietzsche pero también con Wagner. Es un espejo de las dos vertientes".

Con respecto al futuro de la compañía, del que se ha especulado a raíz de la muerte de su fundador, Roman ha asegurado que existen 200 creaciones a su disposición, "entre ellas algunas perlas por redescubrir y en total un amplio repertorio sobre el que el Béjart Ballet Lausanne podrá trabajar durante años".

Aunque su intención es la de "seguir creando a través de los miembros presentes de la compañía. No conservarse en naftalina e incluso dar nueva vida al legado del maestro".

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