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Ojos de Brujo afirma que siempre han estado "en la cuerda floja"

EFE

"Aocaná" (ahora, en caló) es el nuevo disco del grupo catalán Ojos de Brujo, una formación que, con sus casi diez años de historia, ha conseguido llevar su lenguaje callejero, en el que se mezclan la rumba y el hip hop, entre otros muchos ritmos de raíz, por todos los rincones del planeta.

Un éxito que este colectivo asambleario y autogestionado no ha rentabilizado económicamente. "Siempre hemos estado en la cuerda floja. En una calculadora Ojos de Brujo siempre da error", afirma su cantante, Marina, La Canillas, junto a Max Wright, percusión y voz y Panko, su dj, en una entrevista con Efe en la que confiesan que los tres tienen cortados sus teléfonos móviles.

Esta ha sido una de las razones que han llevado a la banda a ceder parte del trabajo, el de la distribución y promoción de su cuarto disco, a una multinacional, Warner. "Es un paso que damos desde la independencia conseguida", cuenta Marina.

"Como empresarios somos nefastos, no sabemos poner límites a lo artístico. ¿Cómo los vamos a poner si los empresarios somos nosotros? Además, el 90 por ciento de la energía se iba para la infraestructura. No podíamos estar enganchados todo el día a dos teléfonos en lugar de estar con las manos en la guitarra".

Por eso, cuando acabaron la gira de su tercer disco, "Techarí", un álbum con el que la Academia Española de la Música les dio el Premio a la Mejor Gira y por el que recibieron el Grammy Latino al mejor álbum de flamenco, decidieron frenar.

"No podíamos más. No podíamos dar más de cien conciertos al año y deber dinero. Nos planteamos qué hacer. Warner nos aceptó sin siquiera escuchar el disco".

"Nuestros pasos siempre han sido raros", comentan los miembros de este grupo de amigos que, antes de tener un nombre, se reunían en Barcelona "para pasarlo bien".

"Alguien se preocupó de grabar una maqueta y de llevarla a una discográfica, hubo que ponerle un nombre y, de repente, había más de dos mil personas en los conciertos. Los primeros sorprendidos fuimos nosotros", explican mientras comentan: "éramos unos perros callejeros a los que querían poner bonitos", en referencia al sello que les fichó para su primer álbum.

Ahí decidieron gestionar su propio trabajo sin interferencias externas.

En este cuarto álbum cuentan, como siempre, con una larga lista de colaboraciones, como los cubanos Van Van, el rapero Tote King, el cantaor Duquende o el pianista Chano Domínguez, entre una larga lista.

Este álbum es "una paso sereno y positivo" en el camino de Ojos de Brujo, que vuelven a mirar a la cara a la rumba y suben su tono latino: "están todos los colores, el toque latino lo hemos tenido desde el primer disco, aunque quizá en este Carlitos (el trompetista cubano Carlitos Sarduy) ha estado más presente en las composiciones y en los arreglos".

Ha habido otro cambio, Marina ha tenido un hijo, un niño que ahora tiene diez meses y al que "no le queda otra que estar en los ensayos, en las grabaciones y en los conciertos".

"Las canciones me han salido muy fluidas, con una energía nueva, menos rebuscada y más positiva. He escrito una canción de amor, y eso que yo juré que jamás lo haría. Las letras son quizá menos sociales, he dejado fluir una parte de mí que no quería reconocer", explica Marina mientras cuenta que la maternidad pondrá "un freno en un momento en que lo necesitábamos".

El 23 de marzo presentarán "Oacaná" en el Palacio de Congresos de Madrid, el 25 en el Auditori de Barcelona. Bilbao y Zaragoza, el 1 y 2 de abril, serán las siguientes citas en España, antes de que los once componentes de Ojos de Brujo gira por Europa.

Una gira que, quizá, les permita subirse el sueldo -"ganamos lo mismo desde hace ocho años", confiesa Marina, quien dice que el éxito no es más que "un reconocimiento dulce" y recuerda que premios como el BBC Award de World Music, en 2004, han sido "inyecciones de oxígeno" en momentos en que estuvieron a punto de ahogarse.

Isabel Laguna

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